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Mi peor enemigo

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Urs Lüthi, Trademarks for Venezia, 1973/2001

Urs Lüthi, Trademarks for Venezia, 1973/2001

Sí, ya lo saben todos ustedes: ese soy yo. Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. El peor enemigo de un futbolista multimillonario de 32 años, que defrauda sistemáticamente a Hacienda, que ya no sabe qué comprar y que no cesa de enseñar sus músculos con su último mejor amigo, para demostrar que no es nada gay, es él mismo. Es él mismo el que con su actuación desorbitada, y su ambición estúpidamente desmedida se pone continuamente en evidencia, al margen de la cantidad de goles que haga al minuto. Y esa ley tan obvia como improbable funciona con todos. El arte contemporáneo, por ejemplo, lo deja muy claro en su trayectoria de las últimas décadas. Nadie mejor que un crítico filósofo, ni que un crítico poeta, o que un crítico ignorante para dejar claro que la crítica de arte ya no le interesa a nadie. El mundo de las galerías se autodestruye él solo, no hace falta que nadie se meta con ellos ni con ellas, basta que alguno de sus miembros te explique las obras que tiene colgadas en un stand de feria para comprender que vender un cuadro sea como el milagro de Fátima, en el que sólo creen personas inocentes, bondadosas y un poco fuera de este mundo. En cuanto a las ferias… basta con estar en una de ellas un par de horas para que se convierta en una pesadilla que recordarás con horror durante tiempo.

Sin ir más lejos, yo no necesitaba escribir este texto que sin duda me va a enemistar con todos los galeristas, críticos de arte, futbolistas millonarios y con algunos gremios más calculando que queda más de la mitad por escribir, pero es que yo soy mi peor enemigo. No puedo evitarlo, en cuanto hay una fisura por la que pueda escapar mi mala leche, indefectiblemente escapa a lomos de unas pocas palabras, las suficientes para que alguien se moleste. Y se enfade conmigo. La verdad es que lo siento, y que no es mi intención, siempre he creído, además, que no es para tanto. Que con un poquito de buen humor, de comprensión, se podía arreglar, igualmente el milagro de Fátima todavía se lo creen muchos compradores de arte, y nadie se mete con ellos.

Estoy casi segura de que hasta a los críticos de arte más ignorantes, esos que peor escriben, les gusta el arte e intentan hacerlo lo mejor que pueden

Yo sé que no todos los futbolistas son tontos, aunque la mayoría lo parezcan (perdón, otra vez se me escapó) también sé que no todos los galeristas son ignorantes y que algunos incluso saben de qué va la cosa, aunque ciertamente son los menos.…

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