Los tiempos siempre están cambiando, a veces muy lentamente o a veces, simplemente, esos cambios nos llegan demasiado tarde, cuando ya son sólo una parte de la historia del mundo en otros sitios. Lo que ayer pareció algo rupturista hoy es aceptado como obvio. Hace una década los que defendieron los derechos del trabajo intelectual eran unos arriesgados, hoy está regularizado por ley. Decía Elvira Lindo el año pasado que “ya no tiene sentido distinguir entre internautas y creadores cuando internautas somos todos”. Ahora lo que está en tela de juicio es el abaratamiento del trabajo creativo en la red. Nadie discute que comprar una revista en papel tiene un precio, leer un libro, sea en papel o digital, cuesta un dinero, cantidades pequeñas pero no es gratis. Hoy en día comprar una canción en alguna plataforma musical cuesta como mínimo un euro. Las series de TV, esas que llenan páginas en los medios y ocupan a los críticos, se ven a través de plataformas de pago como Netflix, HBO, Movistar…, la música en Spotify o Youtube (sin publicidad ni cortes) se paga mensualmente. Lo que antes era impensable hoy es una costumbre.
En el ensayo ganador del premio Anagrama, El Entusiasmo de Remedios Zafra, se habla de esa situación de miseria laboral en la que se desarrolla el trabajo creativo en las webs. Mientras los bloggers, youtubers e influencers se hacen millonarios, los autores, los jóvenes que escriben y crean en la red o para la Red, tienen sueldos de miseria, en un territorio en el que parece que todo debe ser gratis para todo el mundo, devaluando así el trabajo, el esfuerzo y la inteligencia. “Mucho ha cambiado el punto de vista colectivo porque nos vamos dando cuenta de que la feliz accesibilidad de la Red debe ser compatible con la justa remuneración del trabajo” (Elvira Lindo). En muy poco tiempo esta situación nos parecerá increíble, porque los tiempos están cambiando.
En el mundo digital la cultura sigue sin poder mantenerse por una publicidad que sigue sin llegar en una estructura cultural anquilosada y nada actualizada
Autores de libros tradicionales, nombres tan poco asociados a lo radical o a la tecnología como Javier Marías, ya escriben pensando en la venta digital de sus textos, que supone una parte muy importante de sus ganancias. El papel no ha muerto y posiblemente nunca morirá, pero su uso cambiará, se diversificará y la red, en sus diversas posibilidades, está convirtiéndose en la plataforma rápida y barata de información y cultura.…
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