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Los tiempos cambian

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Guillaume Herbaut. Hashima, 2006.

Ya lo decía Bob Dylan, Times are changing. Siempre están cambiando, pero por lo general lo hacen lentamente, casi ni nos damos cuenta. A veces es sólo una brisa, pero otras veces son rachas de grandes vientos, no hace falta que lleguen a ser huracanes… aunque no recuerdo ahora qué otro cantante avisaba que here comes the hurricane. Llevamos tiempo en medio de grandes cambios, pero parece que hay mucha gente, acomodada en una aburrida mediocridad, que no se quiere dar ni cuenta. En las próximas semanas se celebrarán las dos ferias que, al parecer, en España más inquietan al sector: ARCO, por supuesto, y MACO en el DF mexicano. Entre estas dos ferias, de una forma un tanto infantil, parece haber surgido una rivalidad absurda, aunque vayan muchas galerías españolas y su director sea español; hay que reconocer que Pablo del Val tiene una larga y brillante trayectoria como director de ferias en México, donde está asentado hace ya muchos años, y que el mercado en el DF abarca a los Estados Unidos y a Latinoamérica de una manera más lógica y directa que ARCO, que un día lejano pudo ser lo que realmente nunca llegó a ser: la puerta a Europa del dinero latino. Pero, insisto, las cosas cambian. Cambia el paradigma, y no sólo se trata de la fuerza y el impulso innovador de las redes sociales y los nuevos lenguajes… en las formas plásticas ese cambio se ha desacelerado y parece haberse vuelto un tanto conservador.

Los que más jaleo hacen son esa subespecie de coleccionistas de cositas, que no se gastan más de dos mil euros

Quiero pensar que están cargando las pilas creadores y teóricos, pero lo que me preocupa es que el tiempo de las ferias se convierta en algo parecido al “Día de la Marmota”. Vuelven unas ferias de las que los grandes compradores no dicen nada, y si compran o no, lo hacen sin dar gritos. Los que más jaleo hacen son esa subespecie de coleccionistas de cositas, que no se gastan más de dos mil euros (como mucho) pero que parece que están construyendo en sus salitas de estar el MoMA del futuro. Otra vez las cenas supuestamente selectas, las grandes fiestas con invitación exclusiva a la que al final se cuela todo el mundo, otra vez las exposiciones periféricas en lugares imposibles, otra vez las ferias que procuran beneficiarse del rebufo de las grandes, otra vez los artistas quejándose de que a las ferias van los artistas que eligen no se sabe qué oscuros comisarios, otra vez (y esto ya es el colmo) las quejas del carácter mercantil de las ferias en las que todo se compra y se vende (¡ojalá!)……

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