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Los más poderosos

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Cada fin de año se repite la misma historia: los listados de los más poderosos del mundo del arte. Empieza la revista norteamericana ArtNews con una lista de los 100 más de todo el mundo, que obviamente está formado en porcentaje abrumador de los poderosos norteamericanos, que siempre suelen ser los más de lo más mundial. No en vano es el país de Superman, los superhéroes, Lobezno… claro que también son el país de Tea Party, los drones asesinos y muchas otras cosas más que los sitúan, también, a la cabeza de todo lo más deleznable que se nos pueda ocurrir. Pero volvamos al arte y a ese poder inefable que suele dar casi indiscutiblemente el dinero. Porque sí, amigos y amigas nada poderosos que me leéis, es el dinero el que también da el poder en el mundo del arte, no la inteligencia, no, ni siquiera el ejercicio profesional… no. Todo eso está muy bien siempre que trabajes para un gran museo o una gran colección privada (Money, Money, Money) o que seas ese pequeño y difuso objeto de deseo de los ricos caprichosos,(Money, Money, Money) o, ya en última instancia, que seas un artista en país de conflicto (Ai Wei Wei, Ai Wei Wei, Ai Wei Wei). La verdad es que poderoso caballero es don dinero. Y en estos tiempos de crisis terminal que vivimos eso queda aún mucho más claro, por si alguien lo dudaba.
Cuando leemos esa lista de los 100 poderosos del mundo del arte vemos con tranquilidad que un año más los españoles brillan por su ausencia, los primos latinoamericanos tampoco salen mejor parados, y recordamos aquellas palabras de Marx (Karl, no Groucho)que nos avisaba de algo que luego ha quedado evidente “un rico árabe tiene más en común con un rico norteamericano que con un pobre árabe”, es decir asentaba una definición de identidad que no se basaba ni en la raza ni en la nacionalidad, sino en el dinero. Tal vez estos 100 poderosos tienen mucho más que ver con ellos mismos que con todos los que componemos el mundo del arte pero no tenemos ese poder. Y aquí habría que volver a los clásicos, cuando Lenin se preguntaba “¿Libertad para qué?”, yo le respondería a estas alturas del siglo XXI, ¿poder para qué? Pues viendo el currículo de la mayoría de estos poderosos, la respuesta es: para nada. Y una prueba más es el gasto, el ruido y el poder desplegado en la inauguración del Museo Jumex en México DF, al que se puede añadir como todo comentario explicativo, las clásicas palabras “… y fuese y no hubo nada.”…

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