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La obra de arte en la era de la comercialización salvaje

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mercado del arte

Pablo Helguera. The Pablo Helguera Manual of Contemporary Art Style, 2005

Después del reconocimiento de la era de la reproductividad técnica de la obra de arte por parte de Walter Benjamin, llegamos a la era de la comercialización total de la obra de arte. Desde una perspectiva marxista y, sobre todo, desde una perspectiva capitalista, la masiva producción de objetos que aspiran a ser considerados como obras de arte no tiene más salida que su comercialización sistemática e interminable. Hoy en día todo pertenece ya al mercado, que es el mar adónde van a morir pinturas, fotografías, artesanías, instalaciones y hasta performances; los objetos y las ideas, las obras y las personas. Esa rapidez de un mercado que se multiplica a sí mismo en mil espejos, que se fragmentan y replican en imágenes cada vez más borrosas, lo ha convertido en un monstruo voraz que engulle todo lo que se pone a su paso. Una de las caras de ese mercado que tiende al infinito la conforman las ferias; decenas, cientos de ferias, grandes y pequeñas, asentadas o primerizas, indispensables o simples albures al azar de una semana. Los galeristas son como mavericks que acuden a la mesa de juego con una mano de cartas llenas de faroles y algunos ases ocultos. Los artistas son simples monedas de cambio en unos escenarios en el que el dinero es manejado con soltura por unos pocos, mientras los demás se conforman con unas migajas.

Hay ferias en países claves del mercado del arte pero también en otros en donde no existe ningún mercado de arte

Todo se comercializa, hasta las performances ocupan ya un espacio en las ferias; se venden sus derechos para poder ser repetidas algún día en un museo, o en unas salas privadas en salones de millonarios, y en ese proceso lógico de los tiempos que vivimos, todo va perdiendo poco a poco su sentido. Porque ¿en una feria en la que no se vende, o en la que no se vende lo suficiente, qué papel se está jugando? Hay ferias en países claves del mercado del arte pero también en otros en donde no existe ningún mercado de arte. Hay ferias en las que sólo se mueve el arte local, sectores opacos al arte de otras latitudes, pero aún así las galerías insisten y poco a poco se van descapitalizando, buscando en otros países lo que no consiguen en los suyos propios. Las galerías apuestan todo lo que tienen a una carta; si ganan, como adictos ludópatas, vuelven a apostarlo todo en la feria siguiente.…

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