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La música

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Amparo Garrido, Notas sobre El Silencio Abejarucos 3

Estos textos siempre van acompañados de una canción. Posiblemente casi ninguno de mis imprevisibles lectores las escuche. Son canciones de cualquier lugar, sonidos de aquí y de allá, sin orden y, por supuesto, sin concierto. Porque no son solo canciones, con un autor y unos cantantes, un estribillo pegadizo o una música que nos raja el corazón o la médula. No. Son pedazos de miles de vidas. Fragmentos de nuestros sentimientos. Míos y tuyos, y de usted, señora, y también de aquel caballero que está pensando en dejar de leer porque él ha llegado hasta aquí a leer algo sobre arte, sobre pintura tal vez, sobre estética quizás. Algo serio, y no estos desvaríos. Le diré caballero, o tal vez joven intelectual extremadamente serio, en primer lugar, que la música es algo muy serio. En segundo lugar, que la música es la sangre de la vida, y eso es más que serio. Y también le voy a susurrar al oído -mojándole un poquito el lóbulo de la oreja con mi aliento- que la música es lo más importante, y que este breve texto, esta ínfima opinión, este hueco en un espacio virtual que solo existe si usted viene, es mío. Y no quiero hablarles de mí, que es de lo que escribimos todos y cada uno de los que escribimos, siempre, mejor o peor, con más o menos interés. Quiero hablarle de usted, y de él y de ella, del arte: de todos nosotros.

Pero las palabras, ya se sabe, se las lleva el viento. Y el viento nos trae de vuelta la música

Llevo toda la vida trabajando con las palabras, haciendo malabares, juegos de palabras, juegos de traidores, visto y no visto, nada por aquí y nada por allá, ¡voilá!, aquí tienen otro texto pragmático o paradigmático, tal vez incluso programático, que aclara o declara, invoca o provoca, palabras, palabras, words, parole, parole que han cantado tantos y tantas. Ya sé que en el principio fue la palabra. Lo sé, y en el final también es la palabra: FIN, The End, That’s all folks. Adiós. Pero lo importante es la música.

Hace tiempo Tracey Moffat (espero no equivocarme) hizo un video solo con los finales de películas, solo la palabra “fin” en sus múltiples posibilidades formales. Maravilloso. Si no es de Moffat, por favor corríjanme, que al final me da igual quién sea el autor porque las maravillas son de quienes las disfrutan, en este caso el placer es mío.…

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