anterior

La elección

siguiente
decisiones

Yasumasa Morimura

Desde pequeños tenemos que elegir, tomar decisiones innecesarias y, que además, suelen ser imposibles. ¿A quién quieres más, a mamá o a papá? Ahora sabemos, antes imaginábamos, que incluso esa primera decisión que se dirime nada más nacer (¿niño o niña?) puede no ser tan clara ni tan imprescindible. Pero, a partir de ahí ya empieza un sinfín de decisiones que nos vemos obligados a tomar y que van delimitando nuestras posibilidades, como cuando al ir por un camino tenemos que decidir en un cruce de caminos sabiendo que no podremos volver a este punto para corregir. De ciencias o de letras, de izquierda o derechas, comprar o alquilar, carne o pescado. Del Real Madrid o del Atlético de Madrid… Y aunque algunos lo tienen todo muy claro desde que empiezan a gatear, otros nos vamos dando cuenta que existe el Bayern, el Barcelona, El Milán… que puedes ser vegano o simplemente vegetariano (incluso aquí hay varias posibilidades sin tener que categorizar), que si eres un científico también puedes disfrutar leyendo a Richard Ford, o viendo una exposición de arte contemporáneo. Hace tiempo un reconocido crítico italiano afirmaba en una conversación entre amigos (todos artistas y críticos) que si el entraba en una exposición y había pintura, salía inmediatamente. A todos les pareció bien. Yo quedé asombrada, con ganas de preguntar ¿pero, por qué? Siempre he sido un poco inocente. Tenía que haber pensado en tantos historiadores del arte a los que el arte actual les repatea y jamás entrarían en una exposición de arte contemporáneo. A tantos críticos de arte que no han ido a un concierto en la vida, que no leen más que ensayos sobre arte y a los que la ciencia e incluso la actualidad en música les parece ajeno e innecesario. Especialmente extravagante me parece esa gente que se dedica al arte pero solamente les interesa el barroco, por ejemplo, o el dibujo del siglo XVII… como si fueran capsulas espaciotemporales ajenas a cualquier contagio de otros lenguajes artísticos, otros géneros, otros momentos históricos. Aceptar otras posibilidades, cambiar de opinión, ampliar gustos, y tener una curiosidad insaciable me parecen opciones más interesantes que restringir, eliminar, acotar. Sí, ya sé que vivimos en un mundo en el que la especialización es esencial para sobrevivir profesionalmente, pero también es cierto que una cultura humanista, un conocimiento amplio del entorno social y cultural nos ayuda a realizar cualquier trabajo, a ser mejores, más completos.…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete