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elecciones

Sharon Hayes. In the Near Future, 2009. Cortesía de la artista

En el último tramo de las elecciones ya acabadas este domingo 22, un elemento inesperado ha venido a tapar las voces de esos políticos tan repetitivos y aburridos a los que votamos, o no, porque es lo que hay. De repente esa gente que calla y vota, o no, que trabaja o no, que tiene hipotecas o no, pero que tienen el elemento común de estar ya hartos de una situación de la que son las víctimas y no la causa, ha dicho basta. Como decían en muchas pancartas, esto no es crisis es una estafa. Y se han mostrado indignados y hartos de todo lo que nos queda por ver y por vivir.

La clase política no ha metabolizado todavía el hecho de que la gente, esa que se supone que ellos representan, les diga no. Ahora hace falta ver qué sucede de aquí a las próximas elecciones, las generales. Un tiempo que puede demostrar que esto ha sido sólo un grito de indignación o, por el contrario, que derive el grito en canción, en música de fondo de una protesta más y mejor conformada. Pero lo importante ya ha sucedido: la demostración de que casi todo es posible si la gente, nosotros, quiere conseguirlo. Y la pregunta, un tanto chunga pero inevitable es ¿qué pasaría en el mundo del arte si todo ese público que vive ajeno a las estructuras oficiales de la cultura, que no pertenece ni les gusta el establishment artístico, despertara un día, se sentara a tomar el sol a las puertas de los museos diciendo “estamos aquí pero no nos interesa lo que nos ofrecéis” y los artistas que nunca han expuesto ni expondrán en ellos mostraran allí sus obras? El día en que los que no son admitidos en los estrechos canales de exhibición, promoción, mercado, y etc., etc., de este país digan no y busquen otros cauces, otras formas, estarán demostrando el fracaso de un sistema que a todos nos parece obvio que no funciona como debiera funcionar, aunque sea el que hay, el que tenemos, el que está establecido a partir de nuestros impuestos y cuyo objetivo no parece ser el mismo que esta sociedad necesita.

La parte privada del mundo de la cultura, esa que se juega su propio dinero en el asunto, intenta estar a la altura, a veces con más miedo que vergüenza

También en el mundo de la cultura hay un gran desencanto, una gran decepción.…

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