anterior

Ignorancia por exceso

siguiente
ignorancia

Belén Rodríguez González Gifted, 2010.

Había pensado convertir este texto de opinión en una lista interminable de nombres de artistas de los que seguramente ninguno de mis lectores ha visto ni una sola obra y posiblemente no sepan de su existencia. De nombres que llenan listas de exposiciones colectivas, de artistas que trabajan con galerías que nunca han visitado. Con la globalización, la dispersión de ferias de arte y de bienales por todo el mapa y por todo el territorio nos hemos creído que el mundo es un terreno abarcable. Que por viajar a un par de ferias y a alguna bienal, ya somos unos expertos. Podemos saber de arte, para eso hemos estudiado una carrera que empezó, hace años, en la universidad de cualquier ciudad del mundo y que prosigue a través de exposiciones, textos, visitas, lecturas y experiencias de todo tipo. Pero de eso a saber de artistas… ¿a cuántos artistas realmente podemos conocer? La mayoría de los que podemos conocer, una vez descartado Ai Weiwei y todos los que ocupan las listas de los más mediáticos, famosos, medio históricos y repetidos en todas las listas, son los que tenemos cerca. Es decir, los que son de nuestro país y de aquellos a los que viajamos con frecuencia. Y aquí se acaba casi toda la globalización. Además de lo que leemos en revistas especializadas, catálogos e internet. No llegamos ni al 5% de la realidad mundial.

De los Estados Unidos, de Brasil, México o Alemania… conocemos los ya consagrados, los que tienen galerías fuertes… pero incluso si aquí copiase la lista de participantes en la Documenta o en cualquiera de las Bienales que en el mundo hay (con São Paulo y Venecia, ya sería suficiente) y las mezclase como en un juego de dados con los nombres de los participantes en exposiciones colectivas de cualquier ciudad… el numero de los que podríamos asociar con sus obras sería mínimo.

Reconocer la propia ignorancia es propio de sabios, pero sobre todo de personas prudentes y lógicas

Los comisarios/curadores jugamos con lo que conocemos, que reconozcámoslo, es poco. Reconocer la propia ignorancia es propio de sabios, pero sobre todo de personas prudentes y lógicas. Cada vez que salgo de mi país me doy cuenta de la inmensa ignorancia que, a pesar de intentar estar al día, de ver y leer todo lo que puedo, a pesar de que me llegue más información que a la mayoría de mis lectores, tengo con respecto a la realidad artística de otros países.…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete