Hasta hace apenas unos pocos años el trabajo de las mujeres estaba oculto, algo que venía siendo habitual desde que nos alcanza la memoria. Todas sabemos las dificultades de la mujer a lo largo de la historia para ser reconocida a la par que los hombres. De hecho, en un tiempo (no tan lejano en relación con la historia de la humanidad) en la que la Iglesia nos negó el alma, simplemente la mujer era una especie de animal irracional e incapaz de decidir pensar y por supuesto votar. No teníamos alma. Esta es una actitud que se ha repetido sistemáticamente en la relación del hombre blanco con el resto de las razas: los negros, los asiáticos, los aborígenes de cualquier tierra recién ocupada, eran simplemente animales a su servicio en cuerpo y alma, podían usarlos, venderlos, o mataros a su conveniencia. Más o menos como han hecho con las mujeres. Aún hoy la trata de mujeres y el maltrato y asesinato de mujeres parece un deporte y un negocio de hombres… Pero no nos pongamos dramáticas porque eso ya pasó, ya ha cambiado.
Centrándonos en el mundo del arte resulta que, de repente, casi sin darnos cuenta, las mujeres venían creando, al parecer en silencio y escondidas en la cocina, desde la noche de los tiempos
De un tiempo a esta parte las mujeres, ya sean artistas, científicas, deportistas, políticas, afloran por todas partes y resquebrajan poco a poco un techo de cristal que amenaza con caérsenos encima hecho trizas. Centrándonos en el mundo del arte resulta que, de repente, casi sin darnos cuenta, las mujeres venían creando, al parecer en silencio y escondidas en la cocina, desde la noche de los tiempos. Los museos se apresuran a dotar a sus presupuestos con fondos para catalogar los fondos realizados por mujeres nunca expuestas, olvidadas e incluso despreciadas en los trasteros de los almacenes, que ni siquiera nadie se preocupó ni por robar. De repente se revisa la historia. Etel Adnan, la pintora libanesa que no conocíamos, se expone por todas partes. Sorprendentemente el Guggenheim de Nueva York nos informa que la exposición que realizó a Hilma af Klint en 2019 es la exposición más visitada en toda la historia del Museo. No está mal para ser una mujer artista de la que nadie había oído hablar antes de esa fecha. Claro que, cuando digo “nadie”, es una exageración, porque tanto Adnan como Af Klint, como cientos de otras artistas si habían sido conocidas, habían sido importantes, habían vendido sus obras, expuesto…su obra no se enterró con ellas, solo su memoria.…
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