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Hoy como ayer

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Arriba: August Sander; Abajo: Francisco Llop

Cada fin de año somos testigos de algo que difícilmente se puede explicar con pocas palabras, ya que, además, cada cual lo entiende de maneras diferentes. El paso del tiempo hace que todo se repita de igual manera pero cada vez de una forma diferente. Decía Mercedes Sosa que “todo cambia”…, pero que en definitiva había algunas cosas que nunca cambiarían. Pues eso, que cada año vemos como el tiempo se nos va entre los dedos como el agua del mar, sin poder evitarlo. Cada año los mismos rituales que, los aceptes o no, marcan un momento imposible de evitar: acaba un año y otro empieza. Son 365 días con sus noches en los que sucederán cosas parecidas, si no iguales, que en los 365 anteriores: alegrías y tristezas, pérdidas y encuentros… y a finales de este año que comienza muchos se habrán ido, otros habrán aparecido, se realizarán las habituales listas de lo mejor y lo peor, recordaremos los mejores momentos ya que los peores nunca los hemos olvidado. Un año y otro, y otro, y uno más y hoy como ayer todos buscamos lo mismo: la salud, el amor, el triunfo, el dinero, la fama, la tranquilidad. La felicidad. El humo, una sonrisa apenas visible, una risa salvaje, un aroma que recordar. Pero las imágenes nos cuentan que antes que nosotros fueron otros los que quisieron lo mismo, los que hicieron los mismos brindis, lloraron las mismas desgracias. Nada cambia mientras todo resulta diferente.

En este texto es esencial que ustedes miren la imagen. Son dos imágenes realmente, dos fotografías. La primera es de August Sander (1876-1964) realizada, aproximadamente, en los años 20 del siglo pasado. Casi un siglo después, cien finales de año después, Francisco Llop (Paterna, 1967) realizaba la segunda imagen. Lo mismo, pero diferente. Hoy, como ayer, un grupo de amigos, tres hombres jóvenes dan un paseo en sus bicicletas por el campo.

En esta imagen no vemos preguntas, es tan contemporánea que no parece guardar el misterio de la imagen de Sander

Arriba: August Sander; Abajo: Francisco Llop

En la imagen de Sander vemos a tres muchachos alemanes, que totalmente vestidos hacen un posado al lado de sus bicicletas, seguramente su medio de transporte, posiblemente vienen del trabajo o de un evento social, no de una excursión, un paseo, pues llevan traje, camisa blanca y corbata, –sólo uno, el más joven, va descamisado– y sombreros, van formalmente vestidos, aunque tal vez sea porque en ese tiempo siempre se iba formalmente vestido.

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