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Historia de un gran negocio

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Ralf Peters, Lanze, 2011

Cuando hablamos de fotografía estamos hablando de muchas cosas: de imagen, representación, signo, técnica, tecnología, postfotografía, arte… porque siempre hablamos desde la perspectiva del arte. Pero en lo que no pensamos nunca es en el gran negocio que siempre fue la fotografía. Y no me refiero ni a la cotización en subastas, ni a la venta de la foto de algunos artistas, ni siquiera a la edición de fotolibros, me refiero a la esencia de la fotografía: las máquinas con las que hacemos fotos. Algo que ni en el mejor de los sueños se ha podido conseguir ni con la pintura, la escultura, ni siquiera con el vídeo.

En 1888, no mucho tiempo después de la invención de la fotografía, Kodak saca su primera máquina de fotografía para el público, lo que se conoce como la democratización de la imagen. Costaba 25 dólares y venia cargada con película para hacer 100 fotos. Cuando se acababa la película enviabas la maquina (entera) a la fábrica Kodak en Rochester y allí se revelaban las películas, se imprimían las fotos y por el precio de 10 dólares, te reenviaban las fotografías en papel y la maquina nuevamente cargada con carrete para 100 tomas. Lento pero no excesivamente caro. Eran otros tiempos y aunque entonces todos estos procesos parecían vertiginosos hoy nos hacen sonreír como si el futuro no nos estuviera dejando ya antiguos mientras escribo estas pocas líneas. Así empezaba una industria mantenida esencialmente por aficionados, por gente corriente que nunca pensaron que la fotografía era arte, sino que la utilizaban como una herramienta de lujo que les daba la posibilidad, hasta entonces reservada a la nobleza y aristocracia, de tener sus propias imágenes, sus retratos de familia en casa, de alguna manera elevaba su rango social y sobre todo les hacía modernos, innovadores.

En 1981, según un informe de la época, 220 millones de personas practicaban el turismo (otro juego sólo para clases medias y modernos) en todo el mundo. Nuevamente, la cifra hoy nos puede hacer sonreír, cuando este año sólo en España se han recibido más de 47 millones de turistas. Pero hay que ponerse serios, si como el informe asegura todos ellos, cada uno de ellos, llevaban una cámara de fotos con ellos. Son más de doscientos millones de cámaras, con sus accesorios, sus lentes, fundas, objetivos y, por supuesto, carretes, ya en color (pues desde 1937 se comercializa la película en color para aficionados), que se llevarían a revelar a laboratorios de todo el mundo, ya no sólo a los de Kodak.…

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