Para que no haya dudas y nadie se considere engañado, debo de aclarar que yo no soy partidaria de esa tendencia actual tan mojigata y manipuladora de revisar el pasado cambiándolo al gusto actual. No soy partidaria de que se cambien los títulos de las pinturas de los siglos XVI, XVII o XVIII, para adaptarse al “buenismo” actual, que no es otra cosa que una mezcla de hipocresía y mala conciencia. Tampoco soy partidaria de la destrucción de esculturas o monumentos históricos (se pueden retirar y guardar en museos) de personajes aclamados en su momento y actualmente acusados o señalados como asesinos (eran militares en campañas de conquista, ¿qué esperaban?), esclavistas o machistas. Corresponden sus actitudes a una época que no es la nuestra, a una sociedad que fue en su totalidad esclavista, belicista y muy, muy machista y violenta. El que cambiemos las palabras o el paisaje no va a cambiar la historia sino la percepción que las futuras generaciones tendrán de su propio pasado.
Totalmente en contra de censurar textos de libros (por ejemplo, Mark Twain), cambiando palabras como negro por “de color”, o similares, de tal forma que los jóvenes lectores de hoy o de mañana (si alguien sigue leyendo en el futuro) no podrán entender realmente el contenido de la lectura ni cualificar la actitud de los personajes y sus acciones correctamente, sin olvidar que, si desconocemos el mal trato que sufrió la población negra, no sé que van a pensar del Ku Klux Klan, al que posiblemente sus padres o abuelos pertenecieron.
Si desconocemos los horrores del pasado los repetiremos continuamente. Eso se llama negacionismo, y tiene su equivalente más zafio en los que niegan el holocausto nazi, o la realidad científica de los avances científicos y tecnológicos. Es un abono excelente para la ignorancia, el populismo y en definitiva la involución social y política. Y, desde luego, estoy en contra de dar color a las películas en blanco y negro o de borrar los cigarrillos de las manos de Humphrey Bogart, Gary Cooper y tantos otros.
La trata humana, secuestros masivos de hombres, mujeres y niños en las costas africanas y asiáticas y su traslado y venta para trabajo en plantaciones, fábricas, construcción y servicios privados
Dicho todo esto como puesta al día de la situación de quien escribe estas líneas, me queda decir que me parece muy significativa e interesante la exposición que el principal museo de los Países Bajos, Holanda o The Netherlands, como cada uno prefiera, el Rijksmuseum de Ámsterdam, acaba de inaugurar.…
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