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Entre dos aguas

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Caspar David Friedrich. Wanderer above the Sea of Fog, 1818

Siempre he creído que la actividad pública excesiva no puede ser beneficiosa para ningún tipo de creación. Siendo como es hoy en día inevitable que cualquier actividad tenga su parte de exposición y publicidad, parece que en las materias más sensibles esta exposición pública se ha convertido en la parte más principal. Un escritor que no publique y no promocione sus obras en continuas andanzas, entrevistas, y presentaciones nunca tendrá el éxito imprescindible. Así, los artistas que exponen, que no solamente lo hacen y venden sus obras pero que más importante aún que esto deben airear a todos los vientos su éxito, a veces su simple existencia, son los más conocidos, no ciertamente por sus obra sino por sus nombres.

La feria de arte es hoy en día en el mundo de las artes visuales un punto de auto referencia

Escribo esto entre dos ferias de arte, dos exitosas y tumultuosas ferias de arte, como deben ser las ferias de arte. Con éxitos de ventas y afluencia del público. Aunque todos los que participamos en ellas nos declaramos públicamente hartos de ferias, no cabe ninguna duda de que nos encontraremos en otras muchas. La feria de arte es hoy en día en el mundo de las artes visuales un punto de auto referencia. Es la cara amable del mercado del arte, no su corazón… aunque si miramos fijamente al mercado a los ojos veremos que realmente este no tiene corazón. Las ferias, algunas ferias por superpuesto más que otras, son los eventos más destacados de cada temporada. Por eso su proliferación incansable, existen cientos de ellas diseminadas en la geografía y en el calendario, agrupándose como pequeños archipiélagos alrededor de las que son más fuertes localmente. En Basilea son ya más de cuatro las que rodean Art Basel, en Miami ni se ya cuántas suceden en una misma semana de diciembre. Y en Madrid, en torno a ARCO hay aproximadamente un mínimo de cuatro o cinco ferias más, en una presión incesante a un comprador improbable. Los artistas se preparan, los galeristas ultiman los detalles, todo tiene que estar listo para un ritual grandioso que apenas dura cinco días y en el que cada uno centra sus aspiraciones. Toneladas de peso, cientos de metros de exposición, miles de obras, millones de euros en las paredes, una oferta inmensa imposible de ver ni de calibrar en tan pocos días. Decenas de fiestas a las que unos acudirán a olvidar, otros con la esperanza de hacer contactos… Vanitas vanitatis.…

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