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El poder y la gloria

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Manuel Borja-Villel en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

No todas las drogas están prohibidas ni son mal vistas en esta nueva sociedad puritana. La ambición, el triunfo, conseguir el éxito caiga quien caiga, sigue siendo una meta en la vida. Triunfar en política, por ejemplo, no parece ser algo de lo que avergonzarse, aunque visto lo visto tampoco debería ser un motivo de orgullo. El triunfo en general esta sobrevalorado. Los que aspiran a tener poder, el máximo posible, no se dan cuenta de lo terribles que son esos personajes patéticos como Donald Trump, Vladimir Putin o Elon Musk, individuos que nadie querría tener en su casa comiendo con la familia. Sin embargo…

El poder es una droga dura. En todos los territorios, y en el arte también. Las revistas norteamericanas de arte (igual que las de política o de economía) son muy amigos de publicar a fin de año esas listas de los “más poderosos”, “los más ricos”, no ya en su país sino en todo el mundo. Posiblemente, y tal vez con cierta razón, consideran que en el territorio del dinero o del arte, el poder traspasa las fronteras territoriales. Pero si pensamos en el poder en el mundo del arte en España, si preguntamos quién tiene poder real en el arte en España, la respuesta sería muy sencilla: el director del Reina Sofía

No pensamos en unos ministros de cultura semi analfabetos en terreno cultural, señores que se quedaron sin otra cartera más importante en el gobierno de turno pero que aún aspiran a una mejor ubicación en la próxima remodelación del gobierno. Tampoco pensaríamos en los intelectuales, críticos o teóricos, ni por supuesto en los comisarios; el mercado es prácticamente inexistente, y nuestros ricos no son ni quieren ser mecenas. Los artistas, sin un Tàpies a la vista, tampoco parecen muy poderosos, la verdad. Y el director del Museo del Prado tiene un poder muy concreto que no afecta (a pesar o también por las terribles muestras de arte actual que alberga su museo) al arte actual, al momento que vivimos. Así las cosas, es el director o directora del principal museo de arte contemporáneo del Estado el que detenta ese poder.

La égida, perdón, el contrato del actual director finaliza con este año 2022, y se empieza a pensar en cómo se va a organizar la sucesión. Han sido 15 años de cargo, quince años siendo el hombre más poderoso. Una mujer sabia me dijo hace tiempo que solo tiene poder aquella persona que lo ejerce realmente, es decir, no es el cargo el que te da el poder, sino tu voluntad de ejercerlo, tu afán de ser poderoso.…

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