Sin duda es una palabra preciosa. Llena de fuerza, rotunda, como una promesa que con toda certeza se cumplirá. El problema es que ya se ha cumplido. Y eso es toda una decepción. Hoy es el futuro del ayer, es decir, que esa palabra tan bonita es poco más que una ficción. En plena movida ochentera, en Madrid, Radio Futura (ya puestos, es un nombre estupendo para un conjunto pop que duró apenas unos años y del que saldría Santiago Auserón, que también es, casi al mismo tiempo, Juan Perro) se declaraba “enamorado de la moda juvenil” y afirmaba de esa forma rotunda a la que solo se atreven los políticos y los jóvenes: “el futuro ya esta aquí”. Efectivamente, el futuro de los años 70 había llegado en los 80. Hoy, aquel futuro es un pasado lejano, no tanto como el de la aparición del homo sapiens, las Cruzadas o la guerra de Vietnam, pero un pasado lejano, al fin y al cabo. Y el pasado, pasado. Porque “pasado” es una palabra triste y plana, nada apetecible salvo para nostálgicos y melancólicos románticos, es decir, pasados.
Llegará un momento en el que nosotros, tan jóvenes ayer, seremos pasado. Y la guerra de Ucrania se recordará borrosamente, como nuestra Guerra Civil (de la que los jóvenes de hoy y adultos del futuro, no tienen ni idea ni memoria). “Todo pasa”, dijo el poeta; se olvidó de añadir “todo se olvida”. Con la muerte de cada generación, lenta e inevitable, se borra casi todo, menos una historia que se cambia a la medida de cada grupo de poder, como los nombres de las calles o los títulos de los cuadros, quitándole la razón y la palabra a los que en su día vivieron, nombraron y murieron. Ya dijo Fukuyama que asistimos a la muerte de la historia, tal vez el olvido sea mejor que la incomprensión.
Llegará un momento en el que nosotros, tan jóvenes ayer, seremos pasado
El problema es qué es lo que viene después de la muerte de la historia, después del olvido; cómo será un futuro sin pasado. Me gustaría que Fukuyama dijera algo sobre la historia del arte. Hace ya décadas que vivimos en un epílogo de la historia del arte, sin tendencias, ni vanguardias. Reactivando movimientos y hallazgos de los años 50 del siglo pasado, que sobreviven junto a un realismo inexpugnable, a una abstracción cada día mas inverosímil.…
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