Hace poco alguien me dijo que el pasado era una oscuridad profunda, el futuro una luz cegadora y que el presente es un regalo, por eso se llama presente. Esta ecuación de tres elementos se desarrolla de muchas formas diferentes según las escuelas de pensamiento, según cada cual. Pero la realidad es que el futuro es siempre una incógnita por despejar, porque el futuro es siempre eso que no acaba de llegar porque desde el instante en el que ya está aquí, en el exacto momento en el que empezamos a verlo, deja de ser futuro para ser presente. La literatura y el cine, y muy especialmente la televisión, nos dan avances, incursiones en eso que tal vez sea el futuro, que tal vez se parezca al futuro. Las artes visuales no lo hacen, porque en su acción y producción esta inevitablemente ligado con el ahora y aquí. En esos avances, sondas espaciales en lo imaginario, lo que se nos muestra es un mundo altamente tecnológico, marcado por la desigualdad y el dominio de las corporaciones financieras convertidas en partidos (o un solo partido) políticos. Creo, humildemente, que son simplemente lecturas sofisticadas del presente que, a veces, es un regalo pero solamente para unos pocos.
Es decir, en el futuro (un futuro que cada vez tiene más de presente) ya no existirá el arte como se entendía hasta hoy
En ese futuro que no conocemos no parece que haya lugar para el arte más allá de la decoración de las casas de los poderosos, llenos de un lujo similar a la de los ricos de hoy, y tal vez algo se haya quedado en los grafitis de las zonas peligrosas de los suburbios. Pero nunca hay museos ni artistas, en todo caso algún diseñador de ropa y peluquería futurista, rebeldes emboscados en el mundo de una sofisticación engañosa. No existe una visibilidad de ese futuro del arte en un mundo en el que supuestamente algo tendrá que haber cambiado con respecto al presente. Leía hace poco que debido al sistema de producción y consumo actual, la creación artística esta inevitablemente abocada a convertirse en un producto de consumo limitado a unos pocos; que cualquier función social, cualquier atisbo de que, al menos la experiencia estética subjetiva de aquellos que no pueden adquirir y poseer obras de arte, persista es un sueño, apenas un deseo que no se va a cumplir. Es decir, en el futuro (un futuro que cada vez tiene más de presente) ya no existirá el arte como se entendía hasta hoy, es decir: hasta el pasado del futuro cuando se convierta en presente.…
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