anterior

El dinero público no es de nadie

siguiente
dinero

Manzoni, Mierda de artista, 1961

Estos últimos años en mi país (España) hemos vivido asombrados a un apogeo de corrupción y robo absolutamente desbordante. Encabezados en su versión pública por miembros y representantes del partido en el poder, se ha generalizado la idea de que el que no roba es porque no puede. Las empresas eléctricas, los contratos de construcción, rehabilitación, transportes, concesiones públicas, sanidad… parece que no ha quedado un sólo sector sin ser invadido por esta marea de amoralidad y podredumbre que ha salpicado por todas partes. En el mundo del arte, tan idealistas todos, tan de mirar las estrellas y no darnos cuenta de que nos están robando la cartera, la corrupción se ha ido deslizando entre nuestras piernas al ritmo de la crisis acabando con todo a su paso.

Hace tiempo que somos muchos los que apuntábamos al mal gobierno del IVAM (entre otros muchos sitios), con una directora que nunca dimitía, que nunca admitía sus errores obvios y que hacía de lo público su casa privada: amigos y conocidos, su peluquero, su modisto favorito, pasaban por las salas del que fue uno de los buques insignia de la apertura al arte internacional, pisoteándolo todo, pudriéndolo todo. Nadie nos hizo caso, mientras esa señora y su esposo (a la sazón político de todos los partidos políticos, uno detrás de otro, no se atropellen por favor que para todos hay tiempo) saqueaban las arcas públicas y aprovechaban para colocar a su hijo, un mediocre estudiante de Bellas Artes, y a sus artistas amigos en bienales y museos internacionales, bien es cierto que de poco lustre, y les compraban obras de 2.000 euros por 35.000 euros con toda la tranquilidad del mundo. Y nadie nos hacía caso a los que protestábamos. Y a los artistas no se les exponía ni se les compraba, porque empezaba la crisis, y a las revistas no se nos ponía publicidad porque no había dinero, la crisis, ya sabes.

“Descubrir el arte” a través de un buen amigo y director de esa publicación

Ahora, ella cesada o dimitida o lo que sea y su marido en la cárcel, nos enteramos de que realmente antes de la crisis, o ayudando a asentarse a la crisis, esa señora tan llamativa y sus amigos y asesores, se gastaron 2 millones 300.000 euros (ni se cómo escribir la cifra) en lanzar su revista del IVAM (una revista que nadie nunca ha comprado y muy pocos han visto, pero que muchos asesoraron), se lo pagaron a la, a pesar de todo casi desaparecida, “Descubrir el arte” a través de un buen amigo y director de esa publicación.…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete