No todo lo que necesitamos para comprender una obra de arte está dentro de la obra. El contexto histórico social, político, cultural… en el que se inscribe esa obra es esencial para poder entender y valorar exactamente sus cualidades, su interés, su valor. De hecho, sería imposible considerar a un gran número de obras de arte como tales si no las conociéramos como pertenecientes a su época concreta, a una escuela determinada, a un momento político exacto. Prácticamente todo el arte actual, gran parte del contemporáneo y mucho del moderno no sería ni siquiera tenido en cuenta si se hubiera (por algún viajero del tiempo) producido en épocas anteriores. Ese entorno histórico, sociopolítico y cultural se llama contexto. Pero el contexto no es solamente algo exterior, como las coordenadas que nos guían en un mapa hasta el lugar donde está el tesoro. El contexto forma parte del ADN de la obra, es parte esencial de su existencia, sangre de sus venas, carne de su carne. Si la forma es parte definitiva del mensaje en un texto, parte esencial de su contenido, en cualquier tipo de creación el contexto es algo más que el olor que desprende, y es sobre todo la forma más directa e inteligente de acercarse a ella y entrar en el mundo que construye: comprenderla y compartirla.
La falta de contexto se ha convertido también en una especie de contexto en los años de la globalización más caníbal. Un no contexto que anula cualquier entendimiento posible, que homologa en una especie de limbo que parece un espacio ferial a todos por igual: al arte más rebelde y al más decorativo, a lo que no es arte sino artesanía, con el conceptual más delicado, a la performance y al circo, todo se mezcla, se agita y se consume en cualquier lugar y a cualquier hora. Porque la obra es sólo un objeto, un evento, una pieza de mercado, un elemento del espectáculo en el que se ha convertido gran parte de la cultura y del arte.
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La globalización ha borrado el contexto porque ha conseguido, finalmente, que todos consuman Coca Cola, que el agua que bebemos envasada sea también de Coca cola, que los indios del Amazonas, los gauchos del sur y los nicos de arriba beban lo mismo que los hipsters en Madrid y en Londres.…
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