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Despedidas

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Gerardo Custance, Olimpo

Gerardo Custance, Olimpo

Septiembre es tiempo de despedidas. La principal y más generalizada, por lo menos en España, es al verano. El calor afloja, llegan las tormentas y terminan las vacaciones. La vuelta a la rutina, al colegio, al trabajo, a ese ritmo cotidiano que todos los que no disfrutan lo que hacen viven como una cadena perpetua, una especie de castigo atávico (“y ganarás el pan con el sudor de tu frente”), es una despedida a un supuesto e idealizado ocio que no deja de ser más que otra rutina. Pero cada historia individual es una despedida diferente: al primer amor, a los amigos de la infancia o a los más recientes…, a ciertas aficiones que sólo se pueden hacer en este tiempo, al mar, al aire libre, al pueblo, a la sensación de libertad. Es mítico ya hablar de aquel primer amor de un verano de adolescencia, tal vez un muchacho alemán, tal vez una chica francesa, tal vez… pero es un adiós anunciado, una despedida que sabemos, todos, que llegará en una fecha fija.

Hay otras despedidas que son inesperadas. Esas suceden de repente, sin aviso, a traición. Nos apuñalan por la espalda con la noticia de la muerte de alguien cercano, e incluso de alguien que nunca conocimos pero que era como de nuestra familia: un escritor del que hemos leído sus libros y sus entrevistas en prensa, un artista del que hemos visto exposiciones, aquel actor que tanto nos gustaba, un cantante, el músico que puso hilo musical a algún momento crucial en nuestras vidas. Son muchas las despedidas que cada año hacemos desde esta misma web. La última una despedida anunciada con la muerte de Joan Colom, pero un poco antes despedíamos a otro fotógrafo mucho más joven que todavía tenía tanto por hacer, casi todo realmente, Gerardo Custance. Ellos son dos de los muchos artistas que nos han dejado este año, famosos y casi desconocidos, ya viejos unos y otros muy jóvenes.

Lo que sentimos no es tanto la muerte como que ya nunca les volveremos a ver, por eso sentimos menos la ausencia de aquellos a los que no conocemos.

Hay teorías para todos los gustos a la hora de justificar la muerte de los jóvenes, pues la de los viejos no sorprende a nadie, tal vez a algunos que creían que ya habían muerto hace tiempo. No vamos a hablar de teorías que dicen unas lo opuesto a las otras, todas con datos y aportaciones incuestionables, seguramente todas creíbles y ninguna demostrable.…

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