anterior

Desechables

siguiente
artista

Théodore Géricault, La balsa de la Medusa.

Hace unos días en una charla sobre arte y usos neoliberales de la política actual, una artista comentaba que sentía que los artistas entraban en un momento en el que empezaban a ser desechables. Creo que ese momento efectivamente ha llegado, posiblemente hace tiempo. ¿Cuál sería entonces el lugar del artista y por extensión el del arte? La respuesta debe venir después de saber por qué se ha llegado a esta situación, cuándo se ha consumado la fagocitación del artista por parte del mercado, de la institución y finalmente del dinero privado convertido en fundación. Hace tiempo que el artista se autoengaña poniéndose al servicio de instituciones públicas y privadas, nos dimos cuenta perfectamente de esto cuando los artistas más controvertidos, más críticos con las situaciones políticas exponían sus obras radicales, críticas, incluso a veces ofensivas para el sistema neoliberal dominante en los templos económicos del arte: las galerías más importantes y más ricas, las ferias de arte y las instituciones culturales de los sistemas políticos que ponían en práctica actuaciones criticadas por las obras que se exponían en sus propias instituciones.

El sistema los engulle, pues como un Alien monstruoso todo lo que devora le da fuerza

Una de las actitudes más características de los sistemas políticos actuales, democráticos y permisivos, es por un lado actuar de una forma más que cuestionable (recortes en el bienestar social, reforzamiento de las estructuras financieras, y más concretamente negarse a recibir refugiados, endurecimiento de las fronteras, participar en guerras de todo tipo, vigilancia masiva a los ciudadanos, etc.), algo ante lo que los artistas han actuado de dos formas básicamente: bien encerrándose en una subjetividad abstracta (ir a su bola, por libre al margen de la situación social que les rodea) o criticar con su obra estas actitudes. En las dos opciones el sistema los engulle, pues como un Alien monstruoso todo lo que devora le da fuerza. Igual que la democracia norteamericana asume y paga a sus críticos más feroces (por ejemplo Noam Chomsky, cuyo cuestionamiento desde una universidad pública norteamericana le incluye en el propio sistema que critica), lo que le da credibilidad en su puesta en escena internacional.

Théodore Géricault, La balsa de la Medusa.

Ahora bien, ¿qué podemos pensar cuando un trabajo crítico contra la actuación con los refugiados en Europa se instala en uno de los edificios que representa el poder político de Alemania, por ejemplo? ¿Influye la obra de Ai Wei Wei, a pesar de su difusión internacional, en algo en la política europea?…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete