anterior

Cuestión de números

siguiente
palabras

On Kawara

Hasta hace una o dos revisiones de los planes de estudios a los ciudadanos pequeñitos, a esos que van todavía al colegio, se les dividía en dos grupos: letras o ciencias. Los de letras estábamos destinados a la palabra, a la inutilidad, con un poco de suerte a estudiar Derecho, y sin esa poca suerte a un destino fatal de cultura y paro. Los de ciencias se dirigían a un universo de números, porcentajes y ecuaciones que al parecer les garantizaría una saneada economía. A partir de esa división dos mundos paralelos se irían separando paulatinamente hasta el más absoluto de los desconciertos. No tengo que decir que yo soy de los de letras, especialista en nada, conocedora profunda de todo lo que en este mundo es inútil: arte, poesía, literatura, cine, amaneceres, sueños y pesadillas desperdiciados. Todo lo inútil pero bello me es cercano, conforma un mundo que no va a ninguna parte aunque venga de todo lo que fue esencial: la cultura. Hoy, sin embargo, todo parece ser cuestión de números incluso en el mundo de la cultura: los libros sólo tienen interés para las editoriales si garantizan ventas millonarias, en el cine la taquilla es esencial para la supervivencia de un proyecto; en artes plásticas nuevamente el número de visitantes es vital para que se renueven subvenciones. El valor de una obra de arte se mide por la cifra que algún excéntrico millonario pague por ella, una feria es tan importante como la cantidad de números que se rellenen en las chequeras de los coleccionistas. Las exposiciones son más importantes si sus visitantes baten un record. Números, números, números. De hecho al parecer una imagen vale más que mil palabras, no que novecientas, ni que setecientas, sino mil. Exactas, ni una más ni una menos. Como en el mercader de Venecia de Shakespeare, una libra de carne es el precio… pero sin derramar ni una gota de sangre. Aunque en cultura resulta imposible no derramar ni una gota de sangre.

Si queremos impresionar con palabras, es sencillo, dulce, se puede hablar de tantas cosas que nuca sucedieron

Los gabinetes de comunicación invaden los mails de los medios con cifras que pretenden ser impresionantes cuando resultan ridículas si las comparamos con otras que son invencibles, porque algo que tal vez no se enseñe en el mundo de las ciencias es que toda realidad es relativa. Nos informan que en un mes la exposición de Kandinsky en Madrid ha sido visitada por más de 50.000 personas (¿Cuántas más?…

Este artículo es para suscriptores de EXPRESS

Suscríbete