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Contradicciones

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Santiago Sierra, Presos Políticos, 2018 

Santiago Sierra, Presos Políticos, 2018 / Foto: Fernando Villar 

La vida es una pura contradicción. Sí, es una gran contradicción en todos sus aspectos. Así, admitimos que del amor al odio hay sólo un paso y que los extremos (generalmente la izquierda y la derecha) se tocan, burlando así cualquier lógica física mínimamente creíble. Pero lo aceptamos sin pestañear. Todos estamos a estas alturas de acuerdo en que la aparente igualdad entre justicia y ley es no sólo falsa sino que rara es la vez en que se aproximan. Son contradicciones habituales. Contra el veneno el único antídoto se genera a partir de ese mismo veneno: evitar la muerte con la misma esencia que la causa. Las vacunas nos protegerán de las enfermedades más peligrosas inoculándonos la semilla de esas enfermedades y así seremos invulnerables, sobreviviendo allí donde murieron millones de humanos que no supieron asumir esa ley absolutamente contradictoria, aunque al parecer bastante lógica.

Arbeit macht frei, el trabajo nos hace libres, era el letrero de cuatro metros que recibía a los prisioneros de los nazis que caminaban hacia su muerte en la entrada del campo de exterminio de Auschwitz, y de otros muchos campos como el de Flossenburg, Sachsenhausen, Dachau… Esa es la gran burla, vestida de contradicción. El trabajo tal vez no sea la nueva esclavitud, pero en este caso era la muerte segura.

Ahora son las ferias de arte, fenómeno exponente del más puro mercado neoliberal, el que se ha convertido en el altavoz del arte político. Frieze, la revista que compite hoy por hoy con ArtForum por abarcar más publicidad en cada número (hasta el punto de tener en algunos números más páginas de publicidad que de texto redaccional) y que es la propietaria de las dos ferias del mismo nombre en Londres y Nueva York, que está considerada la segunda en importancia después de Art Basel, así lo afirma. Considera que Frieze Nueva York es el altavoz perfecto para el arte político, llevando a sus pasillos un desfile performance feminista cuyo origen está en las manifestaciones callejeras. Parece que olvida que la presencia de las mujeres en esa feria, como en todas las demás, está muy por debajo de la igualdad paritaria con los artistas hombres. También parece olvidar que los coleccionistas, compradores privados e institucionales son también masivamente hombres. Otra contradicción. Lávate la cara, que al final es lo que se ve y el resto si no se ve no importa, y así el arte político se convierte en una moda que como todas beneficia a los que saben realmente hacer caja, como Ai Wei Wei y otros, mientras lo que reivindica ese arte no consigue con estas jugadas de marketing ningún beneficio.…

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