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Con un seis y un cuatro… te hago un retrato

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Harry Callahan, Chicago de la Serie Mujeres ensimismadas, 1950
Harry Callahan, Chicago de la Serie Mujeres ensimismadas, 1950 / Foto: Pace/MacGill Gallery

A tu currículo ponle un retrato. Su foto del carnet no le hace justicia. Es que siempre salgo fatal en todos los retratos. Es el único retrato que guardo de ella, ¡murió tan joven! Somos el mal original de nuestras copias. ¿Cabemos enteros en un retrato?

Crecí con un retrato de mi madre cuando era muy joven colgado del salón de la casa de mis abuelos. Era un retrato fotográfico de una mujer desconocida, se parecía muy poco a mi madre de verdad, estaba en unos colores falsos que luego supe que eran característicos de las fotografías retocadas en los estudios fotográficos. Sonreía al vacío, a la nada, a nadie y se parecía a Grace Kelly en sus primeras películas.

Este retrato es el culpable de muchas cosas, una de ellas es la desconfianza que siempre he guardado hacia los retratos. No me parece que sean retratos de personas reales, nunca o muy pocas veces son fieles a eso que llamamos realidad y que en el caso de los retratos tienen otro nombre. Un nombre con los apellidos de la persona retratada. Esas personas que nos miran desde un retrato no me parecen fiables y no me producen ninguna confianza.

Nadie quiere tener a un desconocido en las paredes de su casa, mirándote por encima del hombro

A todo el mundo le gustan los retratos, en una exposición pero no en su casa. Ya perdimos esa costumbre de tener a toda la familia en fotos sobre el aparador, colgados como en una instalación casera en una pared del salón. Los expertos afirman que vender un retrato es mucho más difícil que vender un paisaje, una abstracción, cualquier otra cosa. Nadie quiere tener a un desconocido en las paredes de su casa, mirándote por encima del hombro. Los retratos son una ciencia misteriosa más que un género artístico, miles de retratos pueblan la historia del arte, millones desde que existe la fotografía, un número imposible de contar desde que los teléfonos móviles llevan una cámara incorporada.

Y todavía una mirada fija sobre un lienzo, sobre un papel, una pantalla, nos puede obsesionar, quitar el sueño, no poder quitarnos de la cabeza su sonrisa tenue, su mirada fría, la soledad de su gesto. Desconocidos cercanos que ya no existen, que tal vez nunca existieron, que posiblemente fueron creaciones de sus autores, como los protagonistas de una novela… que posiblemente serán la creación de un algoritmo burlón.…

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