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Comprar y coleccionar

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Montserrat Soto

Montserrat Soto, Paisaje secreto 8, 2000

Todos sabemos lo que es comprar, pero parece que no todos saben que comprar no es lo mismo que coleccionar. Y es un poco sorprendente porque desde pequeños tenemos claro cuál es la diferencia entre comprarnos unas chuches o coleccionar los cromos de la Liga de Fútbol, de una serie de TV o cualquier otra moda del momento. “Hacer la colección” de los jugadores de la Liga de Fútbol, por ejemplo, consistía en a lo largo del curso, intentando acabar lo antes posible, reunir a todos los jugadores que tenían su propio cromo en el álbum correspondiente. No unos cuantos, no tener a algunos cien veces, no. A todos y a cada uno en su sitio. Para ello comprábamos con unos ahorros conseguidos con esfuerzos y, a veces, con mentiras e incluso pequeños robos “descuideros”; cambiábamos los repetidos, a veces un cromo difícil de conseguir por varios que ya teníamos repetidos…

Era realmente un aprendizaje que parece que no todos han tenido.

Aunque coleccionar incluye esencialmente la idea de comprar, comprar, muy al contrario, no implica ninguna idea de colección. Volviendo a la infancia, cuando comprábamos chuches nuestra única intención era comérnoslas, a poder ser sin tener que compartirlas con nadie. No queríamos todas las clases, todos los tipos, de chuches, queríamos siempre los mismos, nuestros favoritos. Y esta parece ser la forma más cercana hoy de pensar en una colección de arte contemporáneo. Otra característica de formar una colección es el proyecto de verla al completo, de formar un conjunto homogéneo que de forma a una idea. No de comerse las obras tú sólo. Es decir, en algún momento, al inicio de una colección existe esa consciencia de estar formando una colección y no solamente de estar comprando, amontonando, obras porque sí, por capricho, por decoración, porque te gustan. Porque yo lo puedo hacer y lo hago. Como inversión de futuro.

Muchos de los coleccionistas que hoy son más mediáticos, esos que han formado una colección rápidamente, de forma difusa y con poco dinero, demuestran inevitablemente su intención no tanto de crear una colección sino de generar un negocio. Hoy, cualquiera que haya reunido un grupo de obras mediano les pone un nombre y las ofrece a instituciones como exposiciones curadas por ellos mismos. Esas instituciones, sin medios para adquirir ni un pisapapel, creen que todo lo que reluce es oro y que cincuenta piezas juntas ya es una colección.…

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