La excesiva planificación del tiempo siempre me ha resultado insoportable: hora de acostarse, los viernes a trasnochar, sábado de diversión y domingos aburridos, vacaciones y tiempo de trabajo… es como aquel cuento que cantaba Paco Ibáñez del príncipe malo y el pirata honrado, ¿Por qué no puede haber un lobo que no sea feroz y una oveja que sea una auténtica hija de puta liante? Ya sabemos que hay príncipes y princesas que nunca fueron honrados, honorables sin honor… Sabemos también por desgracia que las víctimas se pueden convertir en verdugos y repetir contra otros los terrores que ellos mismos sufrieron. En fin, que el mundo al revés es este en el que vivimos. Por eso seguramente se inventaron las vacaciones, ese supuesto tiempo en el que los problemas se pueden dejar a un lado e irse a un lugar maravilloso a descansar, como si a nuestro regreso todo lo encontrásemos en su sitio, todo solucionado, o en el mismo lugar en el que lo dejamos, como si la realidad, la vida, fuese una tarea de petit point. Las vacaciones son para cuando el mundo deje de estar al revés. Las vacaciones pertenecen a ese orden planificado que estudiábamos de pequeños, en un mundo en el que las familias estaban compuestas por un padre y una madre (hombre y mujer) y tres niños bien educados, con la abuela y los tíos reunidos en vacaciones… en esos libros no se hablaba de emigración, injusticia, miseria, los padres no mataban a las madres a golpes ni abusaban de sus hijos, en esos libros los judíos eran el pueblo elegido y no el pueblo exterminador, y no se explicaba lo que era la ablación (obligatoria en tantos países islámicos); en esos libros se nos hablaba de ese otro mundo que nunca habitamos.
Las vacaciones son, digámoslo desde ya, un engaño y no tienen nada que ver con el descanso ni con lo nuevo
Entre julio y agosto el mundo se para un poquito. Los que pueden se van de vacaciones, un mes en España, unos días en otros lugares, algunos más de un mes, otros lo que pueden rascar entre fines de semana y algún día tonto. Pero los problemas siguen creciendo y nada se habrá arreglado de lo que se dejó en el aire. Las guerras no paran por vacaciones, ni los africanos dejaran de intentar entrar en este nuestro mundo que a ellos les parece un paraíso cuando nosotros sabemos que simplemente es un infierno bien decorado.…
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