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Blue Monday

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William Eggleston, Sin Título

Dicen que este tercer lunes del mes es el más triste del año. Quienes dicen eso se olvidan de que todos los lunes son tristes. Son como pequeños septiembres de bolsillo, el mes de las despedidas. Si septiembre marca el final de los amores de verano, la despedida del calor, la vuelta a las obligaciones y horarios, a dejar de ir descalzos y medio desnudos, los lunes son la culminación de la tristeza de las tardes del domingo.

Nos sobrevuela la sombra del correr del tiempo, la tristeza de la pérdida y también esa agonía de la repetición burocrática de nuestras vidas, todos los días aproximadamente iguales, repetidos en sí mismos, con esas rutinas (levantarse, abrir las ventanas, ¡qué frío hace!, una ducha, el café, leer por encima un periódico, aunque sea en el teléfono, salir corriendo, llegar tarde…) que nos recuerdan quiénes somos, dónde estamos y nos hacen pensar simplemente en el final de los días.

La ventaja de este lunes es que tiene exactamente las mismas 24 horas que el martes e incluso las mismas que tuvo el domingo. Pasará, una vez más, sin más pena ni más gloria que la que cada día la vida nos ofrezca. Los lunes, además, no suelen abrir los museos ni las galerías de arte, con lo que para nosotros los críticos supone una especie de minivacaciones. Un día más para pensar en lo que hemos visto, oído y leído. Y esta semana que ya se fue se celebró en Ciudad de México una nueva edición de SITAC que, como todo con el paso del tiempo, siempre te parece que fue mejor tiempo atrás, pero seguramente para la gran mayoría de los asistentes de este año este será mejor que el de dentro de 10 años. Así es la vida, sobre todo en un Blue Monday de mierda como este.

Oír hablar de arte en este tipo de reuniones es tan aburrido que podríamos llegar a pensar que es el propio arte el que es aburrido

En cualquier caso, este simposio sobre teoría de arte se titulaba “De qué hablamos cuando hablamos de arte”, echando mano de esa frase de Raymond Carver que todos los que escribimos hemos usado alguna vez. ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? se preguntaba Carver. Normalmente hablamos de sexo, de soledad y de miedo a la separación. Una película española, en una especie de respuesta pregunta, se tituló “¿Por qué lo llaman amor cuando queremos decir sexo?

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