“En un puente, dos soldados tienen a un hombre agarrado por pies y manos para arrojarlo al agua por encima de la baranda. Otro dispara compulsivamente al río, donde alguien grita y trata de mantenerse a flote. Un poco más lejos, la turba exaltada arrastra un cadáver medio chamuscado a lo largo del camino. En la plaza, una muchedumbre rodea a una mujer encogida en el suelo. De entre la masa sale un individuo, bailotea a su alrededor y le salta sobre el pecho para comprobar cuánto aguanta. Entre un montón de ruedas en llamas se ven cabezas desangrándose con las orejas cercenadas. Al lado hay alguien encerrado en un cobertizo de madera lleno de chinches; de una tina asoma una cabeza sumergida en un caldo viscoso y turbio. Una navaja gigante abre en canal un cuerpo clavado a unas tablas. Grotescos monstruos, medio sapos medio hombres, hurgan en cuerpos descoyuntados….” (1) No se trata de una película de guerra, ni de un informativo contándonos las matanzas de turno (ayer Vietnam, hoy Siria, mientras tanto los Balcanes, etc.), no es ninguno de esos horrores por los que pagamos para ver: ni un capítulo de Juegos de Tronos con decapitaciones y desollamientos, ni Apocalipse Now, versión del director. Es una descripción de una parte del retablo del Juicio final de Jheronimus Bosch, El Bosco. El Infierno de Dante es muy parecido. Reúnen parte de las atrocidades que los hombres hemos inventado y mejorado a lo largo de la historia de la humanidad para causar muerte y terror en nuestros enemigos. Algo a lo que al parecer nos hemos acostumbrado y lo hemos incluido en nuestra cultura sin pestañear. Todos esos cientos de miles que se acercan a ver las obras de El Bosco en este su centenario no se horrorizan de nada, entre otras cosas porque ya las han visto en cualquier informativo, cualquier documental sobre la guerra mundial, sobre las guerras en Oriente medio, ahora en Siria, pero antes en Irak, las torturas de la CIA, que conocemos detalladamente por las películas, de las cárceles turcas (también las hemos disfrutado en el cine). La realidad y la construcción de la ficción se han encargado de que todos sepamos hacer un coctel molotov, aunque muy pocos sepan por qué se llama así. Cosas de la cultura actual, que nos suele enseñar casi todo de forma incompleta.
Tal vez por eso nos parece normal lo que vemos en las películas de Hollywood, tal vez por eso cualquier horror nos parece habitual
El Bosco, sí.…
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