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mediocridad

Jenny Holzer, Protect me from that I Want

Estamos cansados de oír aquello de que no hay nada más parecido a la verdad que una buena mentira… o tal vez sea al revés: nada hay más parecido a una mentira que una gran verdad. Da igual, estamos a fin de año, este es el último texto que voy a escribir en 2016 y mi obligación es desearles a todos que tengan un excelente año nuevo, un 2017 lleno de todo lo que deseen, aunque como dice Jenny Holzer: “protégeme de lo que deseo”, así que tengan cuidado con lo que desean que igual se les cumple y no se admiten devoluciones. Sin embargo, ya son muchos años nuevos y muchos fines de año que vamos viviendo y debemos reconocer que son tan parecidos que ya casi no distinguimos unos años de otros ni unos finales de otros principios. Lo que queda claro es que los finales de año son pesadísimos, llenos de muertos inesperados y de listados de “lo mejor del año”. Lo mejor del año es que se termina, un año que nadie reconocemos en esas listas.

Estas listas (o ‘tontas’) dejarían aún más claro la mediocridad en la que el mundo del arte se hunde un poco más cada año

En cuanto a esas listas de las mejores películas del año (la mejor ha sido una lista de películas españolas que no han visto ni 100 espectadores en todo un año, supongo que todas subvencionadas), las mejores exposiciones, los más importantes del año… por favor, se agradecería un poco de imaginación. Los más importantes suelen ser los mismos todos los años, y su importancia es siempre muy relativa, sujeta a factores económicos y geopolíticos y no nos interesan a nadie. Yo propongo hacer una lista de los artistas más aburridos, las exposiciones más cansinas, las ferias más deplorables, los personajes menos importantes, aquellos cuya opinión no interesa a nadie, y, por supuesto, de los coleccionistas más miserables y roñosos, incluso se puede añadir la de los curadores con menos imaginación. Estas sí que son listas importantes de verdad, el problema es que deben ser todas anónimas porque las consecuencias pueden ser aterradoras. Estas listas (o ‘tontas’) dejarían aún más claro la mediocridad en la que el mundo del arte se hunde un poco más cada año, con artistas que nadie entiende que puedan no ya vender algo sino siquiera conseguir exponer, exposiciones a las que no va nadie más que el día de la inauguración, gestores culturales incomprensibles, directores de museos que no saben lo que es un museo ni lo que significa el concepto ‘público’… Y no hablo solo de España, of course.…

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