Llevo unas semanas que no me quito de la cabeza la imagen de Patti Smith. Una mujer que acaba de cumplir 70 años y que deja varias imágenes para ilustrar la dignidad de la mujer del siglo XX y de la del siglo XXI. La primera es de 1975, que ilustraba la portada del disco que la lanzaría a la fama continua desde entonces: Horses. Una mujer de 29 años, vestida con un traje oscuro masculino, la chaqueta al hombro y una camisa blanca de mangas arremangadas y una fina corbata negra deshecha sobre el pecho. Ni maquillaje ni joyas, sólo una mirada dura y directa. La fotografía es una de las obras más conocidas de Robert Mapplethorpe y se trata de uno de los retratos más hermosos que se han hecho jamás de una mujer (Camille Paglia). Vemos sobre el papel la imagen de una mujer fuerte y frágil, una mujer que ya ha recorrido mucho camino pero que ni se imagina todo lo que le queda por delante. Para saber lo que ya había recorrido recomiendo la lectura de Éramos unos niños (Lumen, 2011), la biografía de sus primeros años y su convivencia con Mapplethorpe, una belleza de libro.
Una mujer que suponemos inteligente y atrevida, que reta al mundo desde la tranquilidad de ese blanco y negro luminoso. Bella desde la sencillez de la juventud, desde la lógica de una inteligencia y de una personalidad radical. La belleza interior de una mujer moderna y absolutamente sola y, sobre todo, luchadora. Asimismo, 41 años después esa mujer, ya con 70 años y con las muertes de su marido –padre de sus hijos–, compañero musical, la de su hermano y la de su gran amigo y pareja Robert Mapplethorpe sobre su memoria; de discos y canciones inolvidables; de poemas electrizantes…, esa misma mujer canta para un rey en Suecia. Canta una canción de Bob Dylan en la entrega de unos Nobel que premian por primera vez a un compositor y cantante que no se atreve a ir, que no va pero que delega en una mujer. Dylan envía a Patti Smith, que no ha ganado nada (sólo nuestra admiración y respeto), envía a una guerrera, una amazona, a cantar delante de unos reyes europeos, delante de lo más destacado de la cultura y de la inteligencia mundial: un mundo de hombres. La misma Patti Smith, con su traje negro y su camisa blanca, con una melena de leona gris, canta con el acompañamiento de un joven guitarrista y una orquesta dirigida por una mujer, en unos premios Nobel que no premia a ninguna mujer en esta edición.…
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