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Ya lo sabíamos

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Gato. Masahisa Fukase
Masahisa Fukase. Sasuke, my dear cat, 1977‑78. Courtesy of the Archives Masahisa Fukase.

Los que vivimos con gatos y con perros ya lo sabíamos. Incluso los que tienen pajaritos en su casa, hámsters, loros… Mis abuelos tenían conejos, cerdos y gallinas. Todos tenían nombre. Y los gatos eran una dinastía de varias generaciones. Ahora la investigación científica lo corrobora. Día sí y día también aparecen informes de investigaciones que “confirman la capacidad de los canes para entendernos, su talento natural para empatizar con otras especies y el placer cerebral que nos produce compartir la vida con ellos”. También todos los que tenemos hijos sabemos que un niño que se cría con perros y/o gatos es más empático y no hace bullying en el colegio, se siente más seguro de sí mismo y es más feliz. Pero ahora nos lo confirman científicos norteamericanos y sesudos textos en las revistas científicas. Gracias, pero eso ya lo sabíamos.

En esta revista que usted, infatigable lector, tiene en sus manos, solo hablaremos de perros y gatos. Aunque de repente en alguna foto, por la esquina de una página, se puede colar un conejo, un canario, un gallo, unos corderitos, tal vez un precioso cachorro de burro. Es inevitable, porque los animales se suelen llevar bien entre ellos si el ambiente es adecuado, y si tienes espacio en casa todo puede suceder.

Vamos a hablar de nuestras mascotas, y las más probables —y estadísticamente las más habituales— son los perros y los gatos. Ellos viven con nosotros, son nuestros compañeros… hasta el punto de que, en la mayoría de los países, empieza a haber normas de convivencia, regulación, legislación… todo lo que realmente no sería necesario si el hombre (nosotros y nosotras, la gente) tuviera la mitad de nobleza que ellos, los animales.

Vamos a hablar de nuestras mascotas, y las más probables —y estadísticamente las más habituales— son los perros y los gatos

Los perros llevan conviviendo con los humanos más de 12.000 años, fue el primer animal domesticado, creando una relación de común apoyo para la supervivencia y la seguridad, lo que hoy se llama un “win win”. Estar junto al hombre le facilitaba tener comida, ellos ayudaban en la caza y en la seguridad del poblado… Hasta que se dio el paso siguiente y un niño cogió un cachorrito y luego, bueno, luego, cada dueño de perro tiene un archivo fotográfico infinito de ellos, algunos se tatúan sus nombres y todos los tenemos en nuestra memoria para siempre, sea eso el tiempo que sea. Los gatos, aunque se hagan los duros, son también nuestros amigos, ellos se sienten superiores, pero esperan que les limpiemos sus areneros y les demos su comida a su hora, duermen con nosotros y saben que sin ellos no seríamos felices. Son semidioses. Y, los callejeros, aventureros nómadas y salvajes.

El nuevo siglo XXI no solo ha traído guerras y epidemias, también ha traído una nueva forma de relación entre especies aquí, en esta tierra, que no es solo de los homínidos, sino que es de todos. Tal vez algún día encontremos vida en una lejana galaxia, pero mientras tanto debemos comprender que no estamos solos y que los animales no son objetos. El horrible término “seres sintientes” se queda pequeño cuando miramos a los ojos a nuestros perros, cuando nuestro gato se sube sobre nosotros para que le acariciemos. Y solo vamos a hablar de perros y gatos, pero ustedes pueden pensar más allá de estas páginas y comprender que todo lo que sangra siente. Que diferentes especies de monos se hacen bromas entre ellos y se ríen, que los pájaros cuando trinan están diciendo sus nombres (dato científico), que las vacas y los cerdos lloran cuando van al matadero… Que el océano alberga miles de familias, de historias y de experiencias de seres vivos inteligentes que se comunican entre ellos, que son algo más que una sopa de aleta de tiburón. Todo el que haya convivido con un animal sabe de lo que estoy escribiendo. Nosotros ya lo sabíamos.

El nuevo siglo XXI no solo ha traído guerras y epidemias, también ha traído una nueva forma de relación entre especies aquí, en esta tierra, que no es solo de los homínidos, sino que es de todos

Pero no todos los perros, y sobre todo no todos los gatos, viven plácidamente con algún humano. Por desgracia son muchos los que mueren de frío y de hambre, a golpes, atropellados en unas ciudades inhóspitas, más duras que los bosques para ellos. Muchos son abandonados, desechados como juguetes rotos por cualquier motivo absurdo, por la comodidad de algún desaprensivo. Muchos aún son maltratados. Son víctimas anónimas de las guerras, de los desastres naturales. De incendios e inundaciones. ¿Quién se preocupa de rescatar a los animales cuando las lluvias torrenciales o un fuego devastador arrasa la ciudad? Ese debería ser el trabajo de los humanos, ayudarles a ellos, ya que vivimos todos juntos. En Brasil se ha demostrado que se puede, y después de unas inundaciones devastadoras, los humanos volvieron a buscar a sus mascotas, a sus perros y a sus gatos, que se morían de frío y de hambre. Es una muestra de que aún hay esperanza. Cuando vea un perro solo en la calle, ayúdele; cuidado con esos gatos que se refugian en su coche, no arranque de golpe, viven en la calle y tienen frío. Si va por carretera pare cuando un perro solitario y triste cruce la autopista; para usted es un minuto, para ellos es la vida lo que está en juego. Y, sobre todo, no abandone a sus perros ni a sus gatos, ellos no son cosas, ellos sienten y nos quieren, y nos necesitan tanto como nosotros a ellos. Porque ellos nos hacen ser mejores. En las siguientes páginas van a ver todo tipo de perros y gatos, en relación con el mundo de los humanos. Ellos viven con nosotros, también unos viven mejor que otros, pero todos tienen derecho a la vida, a la salud, a un techo, y, por qué no, también a una caricia. No espere a que se lo diga un científico.