Hay palabras que convocan y que hacen temblar.
En las siguientes páginas desfilarán imágenes que, desde diferentes posiciones, tiempos y territorios, muestran una pequeña parte de la cultura queer y su relación con la fotografía. Queer convoca a un conjunto de disidencias de género y sexuales, que, desde sus diferencias, crean alianzas para redefinir las construcciones sociales y políticas que encorsetan sus cuerpos. Realidades diversas que han sido históricamente perseguidas e invisibilizadas y que, a través de la fotografía, han encontrado modos de interrogar la historia y generar la suya propia. Modos de contarse a sí mismes y de ir construyendo un extenso archivo que documente sus existencias y resistencias. Formas de trazar genealogías que se extienden a través del tiempo y que continúan ampliándose en la actualidad.
Queer, más allá de consolidarse como una identidad cerrada, actúa como verbo. Queer nos habla de ruptura, de desplazamiento, de cuestionamiento, de ira, de placer y de deseo. Nos habla de agencias colectivas que tratan de construir mundos propios. Lo queer es un eslabón crítico que recoge y amplía las genealogías feministas y que cuestiona el pensamiento binario en su conjunto. Lo queer agita los imaginarios y cuestiona los estereotipos superficiales que a menudo se han arrojado sobre estos cuerpos. A través de la fotografía, producen imágenes propias desde la celebración, el placer y la irreverencia; pero también desde la herida y desde la crudeza de la precariedad y las diversas violencias que condicionan sus vidas.
Queer convoca a un conjunto de disidencias de género y sexuales, que, desde sus diferencias, crean alianzas para redefinir las construcciones sociales y políticas
Estamos, en prácticamente todos los casos aquí recogidos, ante una fotografía documental, autobiográfica y también social. Un recorrido que no pretende ser exhaustivo ni lineal, que nos acompaña desde el nacimiento mismo de la fotografía con la obra de artistas clásicas que tan solo recientemente se han empezado a recuperar —como es el trabajo de Alice Austen o Marie Høeg & Bolette Berg—; pasando por las movilizaciones políticas, feministas y de la liberación sexual de la segunda mitad del siglo pasado; hasta las fantasías, la ternura, los estigmas, las reafirmaciones identitarias y las luchas que se extienden hasta la actualidad. Un conjunto de voces y miradas críticas que reclaman un protagonismo que les ha sido sistemáticamente arrebatado.
En este volumen de EXIT reunimos fotografías que no son necesariamente amables. Imágenes que incomodan y que no se conforman. Imágenes que alteran, que interrumpen y que remueven la Historia con mayúscula. Es la historia contada desde otras miradas y con voz propia. Son documentos reales de vida, documentos de nuestra historia. Ya sabemos que, incluso dentro de las disidencias, hay miradas que han obtenido mayor exposición y mayor reconocimiento. Este número pone el foco en aquellas otras otras. Aquellas siglas que a menudo quedan invisibilizadas por una “G” blanca y normativa que queda lejos de ser representativa de un conjunto que es diverso. Aquella fotografía que ha seguido manteniéndose en la opacidad, aquellas vidas a las que el patriarcado, el pensamiento binario y las violencias coloniales afectan con mayor fiereza.
Este número convoca a quienes, desde el final de la fila, devuelven una mirada feroz que hace temblar cualquier orden. Cuerpos queer que hacen un llamamiento a su potencia radical y que invitan a buscar nuevas representaciones y gestualidades políticas que sacudan y desencajen la historia.