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Todos formamos parte de la misma historia

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Detalle de: Paco Gómez. La familia Modlin. Madrid, 1970. Courtesy of the artist

En esta segunda entrega sobre la idea de “álbum” hemos intentado dejar a un lado la familia, la memoria individual y tratar sobre lo colectivo, de los recuerdos de los otros, de aquellos álbumes que no son de la familia del fotógrafo, de esas otras vidas que aparecen de repente y se convierten en parte de las nuestras. Lo hemos intentado, pero no sé si lo hemos logrado, porque todas esas otras historias, historias de otros, acaban siendo también parte de las nuestras. Aquí, en las siguientes páginas, veremos que sigue estando presente la familia; no son familias como las nuestras, son otras familias, pero su diferencia es solo circunstancial. La obsesión del fotógrafo por contarnos su historia las convierte, de alguna manera, en parte de su propia vida. Pero es cierto que los artistas, los fotógrafos que ocupan las siguientes páginas, trabajan desde su propia subjetividad la vida de los otros, desde afuera buscan y bucean en las memorias y las huellas de otros. Ese esforzado trabajo les convierte en ocasiones en restauradores de fotografías irreconocibles, en cazadores de mariposas hechas imágenes sobre papeles emulsionados en anticuarios, puestos callejeros e incluso basurales. No solo son fotógrafos, son historiadores, detectives, guionistas, rescatadores. Salvan a muchos del olvido y a otros les otorgan nuevas identidades, les crean nuevas vidas. En general son observadores de la propia naturaleza de las relaciones humanas.

La obsesión del fotógrafo por contarnos su historia las convierte, de alguna manera, en parte de su propia vida

Estos fotógrafos (y otros muchos que no caben en estas pocas páginas) bucean en archivos, en documentos recogidos por otros, en los desechos cotidianos, en las ruinas de la destrucción, y lo que encuentran son fragmentos de historias de personas como nosotros. Personas que viven una guerra, un éxodo, víctimas de tsunamis y terremotos. Antiguos compañeros reunidos para siempre en una fotografía escolar y dispersos por el mundo y la vida tras años de separación. La reconstrucción de ese grupo de compañeros de estudios se enfrenta, curiosamente, a las fotos, retratos de grupos de escolares de todo el mundo que, juntos por un breve periodo, también se dispersarán por el mundo y por el tiempo, seguramente sin que nadie intente saber, algún día en el futuro, qué fue de ellos. A veces el fotógrafo construye un álbum colectivo sin ser consciente del todo: los obreros y los directivos de una fábrica de cervezas en México, reunidos cada año en las primeras décadas del siglo XX, eran, entonces, unas fotos anecdóticas; hoy, todas juntas construyen un álbum, y un documento. Esas niñas, mujeres, madres, hermanas e hijas de un barrio inglés, años después, forman un conjunto que, para el fotógrafo, es algo más que retratos de desconocidas: un álbum del barrio, un documento de una forma de vida.

La duda se plantea a la hora de separar el archivo del álbum. Dos palabras que hablan de formatos diferentes, pero de una misma cosa: de la vida de todos nosotros. Por un lado, el álbum trata de lo cercano, de lo familiar, de una memoria sentimental hasta cierto punto arraigada en nosotros mismos. El archivo nos remite a la frialdad de una catalogación burocrática donde el individuo pierde el nombre, su identidad, y se convierte en un dato. Pero la línea que separa estos dos formatos del documento y de la memoria es muy delgada y ondulante, no marca una frontera firme, rígida, inalterable. Sabemos que las fronteras solo sirven para traspasarlas, para borrarlas, para saltárselas.

La duda se plantea a la hora de separar el archivo del álbum. Dos palabras que hablan de formatos diferentes, pero de una misma cosa: de la vida de todos nosotros

Por eso, en este segundo volumen dedicado al álbum se mezclan historias, experiencias, recuerdos que van de lo personal a lo universal, de la Historia con mayúscula, a las diferentes versiones de una historia grande que se deriva en múltiples historias pequeñas. Tragedias colectivas y situaciones individuales. Memorias ajenas y documentos colectivos. Colectivos tan diversos como los refugiados sirios atrapados en un campamento en el Líbano; una larga serie de mujeres anónimas fotografiadas a lo largo del tiempo y reagrupadas por un sentimiento latente en todas ellas, por una sospecha, tal vez por un anhelo; jóvenes de una época argentina anterior a muchas tragedias y reencontradas décadas después; escolares alrededor de todo el mundo… y lugares que cambian a lo largo de los años, pero mantienen una cierta identidad. Espacios y personas marcando el tiempo con su presencia. Y también esas familias reconstruidas a la luz de unas pocas imágenes, recuperadas por una casualidad inexplicable, que encuentran en las manos y las mentes de algún artista una segunda vida y una memoria mucho más duradera, transformando el álbum en un libro.