Hace exactamente doce años, en abril de 2012, dedicamos el número de primavera de EXIT al nuevo documentalismo. Contamos con la participación de quince artistas: Peter Bialobrzeski, Lukas Einsele, Anna Fox, Alexander Gronsky, Pieter Hugo, Francesco Jodice, Joachim Koester, Anastasia Khoroshilova, Santu Mofokeng, Ana Teresa Ortega, Dana Popa, Lise Sarfati, Bruno Serralongue, Ahlam Shibli y Begoña Zubero. No todos eran conocidos como documentalistas, muchos caminaban más exactamente por los caminos del arte contemporáneo, siendo considerados más artistas que fotógrafos. Sin embargo, todos ellos pertenecían a esa corriente global que encarna la fotografía a la perfección: el documentalismo, el nuevo documentalismo de principios del siglo XXI. Un siglo con guerras, hambrunas y conflictos migratorios, como todos los anteriores. Pero también un momento en el que las historias que se documentan, los temas de interés de una enorme cantidad de fotógrafos y artistas, se han deslizado hasta otras sensibilidades, otras curiosidades y también otras formas de narrar. Decíamos entonces que la fotografía está siempre ahí, en el momento adecuado: nacimientos, bodas, muertes, bautizos, sucesos que marcan —marcaban, tal vez— nuestras vidas. Hoy la fotografía está ahí y en todas partes al mismo tiempo. Lo único que permanece inalterable es la curiosidad por contar algo, ya prácticamente cualquier cosa, y la realidad inalterable de que la fotografía es la mejor herramienta para hacerlo.
Doce años después volvemos a mirar qué tipo de documentalismo se construye ahora. Ciertamente no se puede hablar de nuevos ni de novísimos. Hoy todos los fotógrafos que verán en las siguientes páginas son españoles. Después de 93 números sin prestar especial atención a los artistas del país en que se produce EXIT, hemos considerado oportuno mirar hacia nuestro entorno más cercano, aunque solo sea por esta vez. Nuestros lectores españoles pueden descubrir el valor de nuestros artistas y los lectores de otros países asombrarse con la calidad de la fotografía española. Mucho de lo que escribí en aquel editorial de la revista número 45 podría repetirse en este del número 94… ¿es que no ha cambiado nada? Ha cambiado la actitud y la narrativa de algunos, pero realmente podríamos hacer un solo número con todos los artistas de ayer y de hoy, y nadie notaría vacilaciones.
Con la fotografía se cuentan historias, historias de los hombres y mujeres que habitan este mundo y también historias del propio mundo
Con la fotografía se cuentan historias, historias de los hombres y mujeres que habitan este mundo y también historias del propio mundo. En las historias que nos cuentan hoy los fotógrafos se habla del problema de la desindustrialización, de la España vacía (que podría ser el vaciamiento de los pueblos y campos de cualquier país en favor de las grandes ciudades, la huida del campo a la ciudad), del territorio, de la soledad, de la injusticia, y también de aspectos menos dramáticos, como de los grafiteros que escriben sus nombres en las redes públicas de transportes, o de los vigilantes que viven en las salas de los museos. Se habla de temas de aquí y de temas de allá. De los condenados a muerte en Estados Unidos que eran inocentes y de las mujeres que aún son niñas y se preparan para ser el futuro, en continentes donde hoy no se respetan los derechos de la mujer, ni la igualdad, ni sus vidas. De los parques del mundo. Del paisaje y de la memoria que esconde detrás de su belleza. De los ancianos que juegan olimpiadas con más de 100 años. Se habla, nuevamente, de todo, porque todo nos interesa. Y se habla de forma directa, de forma colectiva, con ayuda de las palabras o a base exclusivamente de imágenes. A veces con la emoción a flor de piel. Otras con ironía, con precisión, con una vena poética, con amabilidad, con curiosidad y con una mirada que cada vez está más lejos del fotoperiodismo para aproximarse al arte más actual.
Tal vez dentro de otros doce años tengamos que escribir sobre cómo la inteligencia artificial acabó con el documentalismo, con la narración de lo que sucede en este nuestro mundo. Cuando las máquinas y sus amos solo hagan ciencia ficción de colores y nos cuenten historias que se parecerán a nuestras vidas pero que serán otra cosa. De momento disfrutemos con estas historias contadas en imágenes que hablan de todos nosotros, de nuestra vida y de nuestra época, con acento español.