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Oscuro, casi negro

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Fotografía de Carrie Mae Weems de la serie Colored People
Carrie Mae Weems. (Untitled), from Colored People series, 1989-90. Courtesy of the artist, Galerie Barbara Thumm, Berlin, and Jack Shainman Gallery, New York.

En esta revista que tiene usted en sus manos en estos momentos, todos los fotógrafos que aparecen son negros. La mayoría de los textos también están escritos por escritores o investigadores negros. Apenas somos unos pocos los colaboradores blancos. Es curioso definir las razas a partir de un color, cuando sabemos que realmente solo existe una raza (la humana) y miles de matices de colores en el Pantone de la piel humana. Nadie es absolutamente negro ni, mucho menos, absolutamente blanco. Sin embargo, el color parece importar demasiado y define, a simple vista, el estatus social, cultural y político de cada uno de nosotros. Y la fotografía ha colaborado activamente en esta catalogación simbólica que va cambiando y subvirtiéndose a sí misma poco a poco. Este número de EXIT está dedicado a la fotografía negra, a la fotografía realizada por fotógrafos, artistas, negros. De países, edades, intereses y estilos muy diferentes. Tal vez solo tengan en común que todos ellos son negros, o tal vez sería mejor decir que no son blancos, que su piel es de un color oscuro. Pero intentar simplificar todo en ese punto de color de la piel es absurdo, porque lo que realmente está en juego son cuestiones mucho más complejas como la inclusión, la diferencia, la estigmatización, la privacidad, el origen, la clase social, las costumbres, la capacidad económica y, sobre todas las cosas, los prejuicios. Es decir: juzgar a alguien por signos y aspectos externos antes de conocer nada sobre ellos. Prejuicios, construir estereotipos a partir de elementos superficiales. Tan superficiales como la piel, pero que marcan y definen las vidas de millones de personas en el mundo.

La diferencia entre el que ejerce y el que sufre la violencia, entre una mayoría que detenta el poder (cada vez menos mayoría) y una minoría que crece y sigue siendo claramente diferente

Todas las imágenes y prácticamente todos los textos que llenan las páginas de esta revista parten de una matriz lo suficientemente oscura para no ser considerados blancos. EXIT es con este número una publicación de color oscuro, casi negro. Los y las autoras muestran y hablan de sus obras y del sentido de su fotografía. Han nacido en países distintos, la mayoría hijos de inmigrantes y ciudadanos de países cuya población es cada vez más mestiza, mezclada de colores, orígenes e historias. Algo que parece muy moderno, pero que no hay que olvidar que era el objetivo final de las conquistas de los territorios que Alejandro el Magno realizó más de 300 años antes de Cristo. Su objetivo era realizar deportaciones obligatorias de ciudadanos de Europa, Asia, India y todos los territorios que él ocupó por la fuerza en la mayoría de los casos. Es decir, conseguir territorios basados en la mezcla de tradiciones, colores, culturas e idiomas. Para él eso era, debería ser, el mundo: un territorio de diferentes como iguales. Hoy ese mundo cada vez está más cerca, pero a base de destrucción, emigración, dolor y pérdida, una transformación continua e imparable. Kenia, Mozambique, Jamaica, Angola, es el origen de estos artistas, tal vez el de sus padres, que viven y han nacido en Estados Unidos, Inglaterra, Francia o España. Pero ellos prolongan sus características, con orgullo, en estos climas difíciles, son víctimas de prejuicios y de violencia, como desgraciadamente vemos todos los días. Pero esa violencia no está originada por el color, sino por la diferencia. La diferencia entre el que ejerce y el que sufre la violencia, entre una mayoría que detenta el poder (cada vez menos mayoría) y una minoría que crece y sigue siendo claramente diferente. Llevan la diferencia en la piel. Y esa diferencia solo la comprendemos los blancos cuando nos vamos a vivir a un país donde somos una ínfima minoría sin ningún poder.

El encuentro entre la fotografía y los cuerpos negros está en el origen de la fotografía. Esas imágenes documentales de los esclavos, de esas tribus destruidas, de esas personas que por ser diferentes se muestran como animales. Y es la fotografía la que pretende desde el inicio ofrecer una imagen deshumanizada de la negritud, es la mirada blanca que estaba en esas primeras fotografías de cuerpos negros. Cómplice en esa construcción del negro como un peligro. Una mirada que se prolonga estos días en las imágenes de las tribus urbanas, de las manifestaciones, de la vida común. Curiosamente la mirada negra, como podemos ver en las siguientes páginas, no se ocupa de los cuerpos blancos esencialmente. Se mira a sí mismo, recupera sus tradiciones, refuerza su propia imagen y sus características diferenciales, no solo el color, sino el pelo muy especialmente, también la forma de relacionarse, su pasado, su origen.

Han hecho falta varias generaciones para que la mirada que hay detrás de la cámara sea una mirada negra y sin prejuicios

Al plantearnos este tema hemos intentado no caer en aspectos efectistas ni de confrontación. Hemos tratado de aportar una mirada amplia y compleja sobre la idea de negritud. Para ello, se ha partido de premisas como la construcción del cuerpo (político) negro desde la imagen, la consciencia de la negritud como identidad o la expresión y experiencia de un racismo estructural presente en la sociedad. Esperamos que, a través de las diferentes miradas de los artistas, de las historias que nos transmiten, y desde las palabras de los que escriben en este número, lo hayamos conseguido.

Han hecho falta varias generaciones para que la mirada que hay detrás de la cámara sea una mirada negra y sin prejuicios. La diferencia entre una mirada blanca y otra negra es evidente: cuando un blanco fotografía a un negro ese retrato nos habla de un grupo marcado por las diferencias, genera un estereotipo; cuando es un negro quien retrata a un negro la imagen es simplemente el retrato individual de esa persona en concreto, no está hablando de un estereotipo sino de una persona. La diferencia radica en lo privado y lo público, y la línea que marca esa diferencia es la que separa la inclusión de la exclusión, la solidaridad del odio.