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Los hombres también lloran

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Lyle Ashton Harris. Untitled (Villa Lapietra Study #7), 2015. Courtesy of the artist.

No, no todos son iguales. Como veremos en las siguientes páginas no todos los hombres son iguales. Una educación represiva, una sociedad miedosa y una cultura mentirosa nos han hecho a todos, hombres y mujeres, representar papeles, tener conductas y formas que solo eran parte de un acuerdo social, un papel en una obra de teatro. Pero, aunque el papel de los hombres era el de definir esos papeles, adjudicarlos, vigilar su cumplimiento, con la ayuda de abnegadas mujeres, todos hemos sido víctimas obligadas a actuar en una farsa que no nos gustaba. Y esa es la historia que se cuenta también en la pintura, en la literatura, en el cine. Una historia falsa y cruel. Pero los guiones de esas historias están cambiando, y con ellos los papeles de sus protagonistas. La fotografía tiene un valor singular en estos cambios. En la fotografía han surgido nuevas formas de representarse, nuevas formas de combatir la clasificación por géneros, y muchas formas de mostrar al hombre y a la mujer desde lugares diferentes. Prácticamente toda la historia de la fotografía está llena de imágenes de mujeres, los hombres fotógrafos han explotado hasta el infinito la idea de la belleza, de la sexualidad, de la ternura, hasta de la maternidad a través de la imagen de las mujeres. Pero paralelamente a esa historia oficial se ha desarrollado una historia que mostraba la otra cara de la representación de la mujer y del hombre, de las relaciones y de los géneros. No solo la abundancia de mujeres fotógrafas sino la posibilidad de una nueva construcción de nosotros mismos, más libre, más natural, ha ido creciendo en la sociedad y por lo tanto también en los artistas, tal vez de una manera más clara aún en estos, que han mostrado explícitamente cómo esos cambios en la construcción de la identidad, en la propia elección de género transgreden la mirada, la forma de ver y la representación de los cuerpos. La representación de nosotros mismos. La fotografía pertenece a una época distinta, es la nueva frontera de una historia del arte que se va abriendo delante de nuestros ojos como el surgir de una nueva sensibilidad. Y la novedad es que mira al mundo exterior desde otros lugares, con otros ojos y con otras sensibilidades. No es un fenómeno nuevo, ya los pioneros, y sobre todo las pioneras, se atrevieron con construcciones que aún hoy nos resultan inquietantes pensando en la época en que se realizaron. Un ejemplo inevitable es la obra y la relación entre Claude Cahun, (Lucy Renée Mathilde Schwob, 1894-1954) y Marcel Moore (1892-1972, de nombre Suzanne Alberte Malherbe) pareja que se consideraban de género no binario y que se representan como una alteración de la lógica sexual establecida, ya desde sus propios nombres. Pero son muchos más los y las que desde entonces han cuestionado esta distribución de géneros y de sus característicos papeles y actitudes.

En las siguientes páginas vamos a mostrarles el trabajo de artistas muy diferentes que muestran desde muy diferentes sensibilidades la imagen cambiante de la masculinidad, de la relación del hombre con el entorno actual, no solo a nivel físico o sexual, sino emocional y social. A veces con dureza, otras veces con ironía, elegancia, comprensión, irreverencia… son artistas de hoy que retratan lo que hace no demasiado tiempo parecía imposible: ver llorar a un hombre, a uno de los ídolos del star system. Porque, efectivamente, los hombres también lloran, también sufren, también hacen la compra y friegan los platos. Y no todos son fuertes ni duros. No todos son iguales.

Pero es el cuerpo, cada cuerpo, el que habla en la fotografía. Así que en las siguientes páginas vamos a ver muchos cuerpos, de todos los tipos. La figura del hombre emerge desde la mirada de autores con otras sexualidades. Por primera vez el cuerpo de los hombres, jóvenes y viejos, son el tema. Ellos se convierten también en la representación de la belleza, de la delicadeza, de la sexualidad, de diferentes formas de sexualidad… o tal vez de una sola. No todo empezó con Robert Mapplethorpe, él no fue el primer fotógrafo que vertió toda su creatividad en torno al sexo del hombre, hubo muchos antes que ya lo hicieron, hombres y mujeres, naturalmente de una forma más privada, y sus obras tardarían años en ser disfrutadas y reconocidas por el mundo del arte y de la fotografía, que todavía no es uno solo. Tampoco fue Mapplethorpe el primer artista homosexual, pero sí uno de los primeros que lo mostró con la inocencia de la libertad, con la sombra de su dolorida experiencia, pero con el placer y la admiración por la belleza que un cuerpo puede llegar a producir. Y ha sido el primero que tiene un éxito comercial, social y artístico que ha facilitado las aceptaciones de otros muchos, anteriores y posteriores. Antes hubo hombres y mujeres que a través de la imagen fotográfica hablaron de su sexualidad, de las diferencias, de los prejuicios, que intentaron mostrarse sin complejos, no solo sus cuerpos sino sus formas de ser, sus ideas. Todos ellos marcaron una diferencia que actualmente forma parte de la fotografía más que de ningún otro lenguaje plástico. La fotografía es hoy, también, un amplio campo de estudios de la expresión de diferentes sensibilidades de género. Un territorio de mayor libertad e igualdad, donde los hombres pueden mostrarse como realmente son, sin tener que cumplir con clichés ni representar papeles que no son los suyos. Pueden expresar su sexualidad, su soledad, su delicadeza. Aquí los hombres también lloran, y lo que comunican es una vez más la magia de una belleza estremecedora. La masculinidad no es una sola, vivimos en un momento que tanto el género como las relaciones entre géneros está viviendo grandes cambios, cambios que llevaban mucho tiempo agazapados, reprimidos y que poco a poco se muestran con libertad y naturalidad. Cada uno construimos nuestra propia identidad, definimos qué y cómo queremos ser, y ese es sin duda el futuro. Con este número de EXIT dedicado a la masculinidad queremos aportar un espacio para la visibilización de la diferencia, porque efectivamente no todos somos iguales. Y esa diferencia es lo que somos realmente.

Illustration
Collier Schorr. Hands & Knees (79-86), 2002. Courtesy of the artist, Stuart Shave-Modern Art, London and 303 Gallery, New York.

Quiero resaltar algo importante, y es que EXIT es una revista creada y realizada por mujeres, donde entran todas sin importar sexo, género, actitudes ni preferencias sexuales, y por eso en sus páginas verán con toda normalidad las imágenes que construyen masculinidades diversas, formas de ser y de vivir individuales y únicas, de hombres y de mujeres, que construyen formas que definen sus miradas sobre los diferentes modos de relacionarse con su propio cuerpo y con el de los demás, sean cuales sean sus opciones. La masculinidad no es solamente una cosa de hombres, sino de todos. De igual forma que la igualdad no solo depende de las mujeres. En la construcción de nosotros mismos hay que saber conciliar nuestras referencias femeninas y masculinas para no quedarse atrapados ni en el pasado ni en la ignorancia. Por todo esto y como homenaje a todos los que se han atrevido a mostrar las diferencias, a contar sus experiencias, a facilitar la visibilidad de las partes más ocultas de todos nosotros, EXIT reúne a una serie de artistas que con estilos diferentes, diferentes narraciones, desde diferentes momentos y muy alejados lugares unos de otros, centran parte o todo su trabajo, su tiempo y su energía, en descifrar y hacernos ver de forma diáfana lo que no siempre está a la vista, de lo que muchas veces no se habla lo suficiente, y sobre todo a normalizar lo que simplemente es normal.