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La teoría del caos

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Vito Acconci. Blindfolded Catching, 1970. Film still. Courtesy of Vito Acconci Studio, New York, and Ediciones Polígrafa, Barcelona.

Igual que la luz surge de la oscuridad, la contradicción es esencial para entender cualquier historia, cualquier razonamiento. En las siguientes páginas, en los textos que podrá leer y a través de las imágenes que verá y tocará, algunas familiares, otras totalmente desconocidas, hacemos un somero repaso a la fotografía de acción. Esa fotografía que ha captado, convirtiendo en actos eternos y permanentes a las performances de cientos de artistas que partían del azar y de lo imprevisible como una de las bases de su trabajo. Acciones que duraron segundos, y que nunca fueron exactamente planeadas para perdurar en el tiempo forman parte de la historia del arte, son hoy imágenes icónicas, simbólicas, características de una forma de pensar, gracias a la fotografía. La performance como extensión física del conceptual se ha desarrollado paralelamente a esta fotografía de acción de una forma silenciosa, casi anónima. La desaparición del objeto y su sustitución por la idea abría alternativamente la opción a una acción a veces finamente planeada, a veces sensorialmente encauzada hacia lugares inesperados. La experimentación con los cuerpos, las sensaciones, su interacción con el espacio… La violencia, el miedo, la resistencia social, la crítica como método artístico son solo algunas de las derivas de la performance. A veces inesperada, a veces escenificada, con los propios artistas o con actores profesionales, con la participación del público o la soledad del artista, con música o en silencio, la evolución de la performance la acerca al teatro, a la danza, y por supuesto a la fotografía y al video, a la imagen en movimiento, con lo que se cerraría un bucle que contiene la esencia de lo que significa exactamente en inglés: performance / actuación.

La violencia, el miedo, la resistencia social, la crítica como método artístico son solo algunas de las derivas de la performance

El artista es el performer, pero en las siguientes imágenes, prácticamente en todas las que existen de performances, el artista, el fotógrafo, el creador de la imagen, el autor, no es el artista que vemos. Todas estas imágenes son de otros. De artistas que no figuran en ningún libro, historia ni catálogo de arte. Sus nombres no los conocemos, hablamos de una obra de Marina Abramovic, o de Hermann Nitsch cuando vemos las fotos con sus acciones, pero los autores son otros. Es una paradoja, pero aquí el autor no suele figurar, se queda escondido detrás del artista, se convierte en testigo. Aunque poco a poco su importancia se ha reivindicado en ensayos e investigaciones. Sus obras forman parte de archivos y a veces son convertidas en obras de los artistas que las protagonizan, pasando de ser documentos a piezas de museo. Pero su importancia no se refleja en ningún mercado sino en la evolución de la mirada y del conocimiento, porque estos fotógrafos casi desconocidos para la mayoría son los que han convertido a la performance en lo que actualmente conocemos. La mayor parte de la historia de la performance, la mayoría de las más importantes performances las conocemos gracias a ellos y a sus imágenes.

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Esther Ferrer. Se hace camino al andar, 2002. Courtesy of the artist.

Peter Moore, Françoise Masson, Kiyoji Otsuji, Shunk-Kender, Ludwig Hoffenreich, Henning Walters, Amalia Ulman, Sergio Zalis… Son algunos de los nombres que no conocemos, que no son familiares, que no asociamos a estas fotografías. Ellos son realmente los protagonistas de este número de EXIT. En el excelente e imprescindible texto de Juan Albarrán se hace un homenaje a la imagen fotografiada, a la publicación, la impresión, de estas fotografías como un apéndice sensorial, tal vez sensual, que convierte el papel en el lugar de la acción; que transmite al espectador de cualquier lugar, en cualquier momento, la posibilidad de, tocando la imagen, volver a sentir el dolor, el frio en la piel, el miedo, la alegría que el artista sintió en un momento ya lejano, perdido en el tiempo. Albarrán nos habla de la fuerza de las sensaciones táctiles en su unión con las huellas, convirtiéndonos a todos en una suerte de rastreadores, de videntes, de terminales sensoriales de la historia del arte.

Son algunos de los nombres que no conocemos, que no son familiares, que no asociamos a estas fotografías. Ellos son realmente los protagonistas de este número de EXIT

Fiontán Morán nos guía a través de los nombres nunca dichos, explicándonos cómo la fotografía de acción pasa de ser una simple imagen de recuerdo, a un documento esencial, para convertirse en la herramienta más adecuada para el performing, y como, finalmente y antes de ser intercambiada por el video o el film, se transforma en la herramienta, en el cuerpo de una nueva forma de performance fotográfico que se convierte en fotografía performática y que ya no es fotografía de acción propiamente. Las imágenes nos irán recordando y poniendo nombres al cambio más radical que el arte ha experimentado en los últimos siglos: la llegada del conceptual y de la performance. Ese momento transcendental en el que la acción desplaza al objeto y a la palabra. Pero el que los performers, y en general todos los conceptuales, se alejaran de la pintura como soporte no significa que dejaran de pensar en imágenes, que siguieran construyendo sus obras a través de imágenes, como también es falso que la performance solamente quisiera crear obras de arte efímeras, que se desvaneciesen en el aire nada más ser realizadas, como castillos de arena. Muy al contrario, gran parte de la performance se basa en la escenificación de una escena para ser fotografiada, la inmortalización de un acto, de una acción, que no se quiere perder, que se quiere que trascienda y que sea inmortal, como una pintura, como una escultura, pues al fin y al cabo su materialidad reside en la idea, en la intención y en la construcción de unas formas únicas, nunca antes realizadas. Y esa es la definición no homologada de una obra de arte.

Illustration
Xavier Le Roy. Retrospective, 2012. Courtesy of the artist.

En esta historia, que empieza en los años cincuenta, la fotografía comienza siendo una herramienta auxiliar, para pasar poco a ser un compañero de viaje y finalizar como un lenguaje autónomo. La fotografía acepta su papel documentalista, y para muchos performers ese es su único valor como testigo de sus acciones, de hecho algunos sustituyen al fotógrafo profesional por un asistente, por un simple espectador. Para otros la fotografía es parte esencial de sus acciones. Los accionistas vieneses llegaron a realizar performances como detalladas escenografías cuyo autentico objetivo era convertirse en una fotografía. Como le ha sucedido a gran parte de la arquitectura contemporánea, cuya vida transcurre al margen de la construcción, sobre el papel de las revistas y de los catálogos. Pero hay otras ocasiones en las que la performance se va transformando en fotografía hasta el punto de que no queda claro si la acción se realiza básicamente para ser fotografiada. En cuanto al mercado del arte…, si la fotografía no hubiera logrado su actual protagonismo por si misma el mercado se lo hubiera facilitado, pues lo único que se puede comercializar de una performance es su imagen, su documentación, la fotografía, lo que queda de ella. Y no son pocos los que hoy en día se ocupan de que, como accionistas vieneses, sus fotos sean perfectas.

Al mismo tiempo que todo esto pasaba, otro tipo de performers realizaban sus acciones exclusivamente para la cámara. Desde Nauman hasta Warhol, pero esto es algo que no podremos saber nunca con total claridad, pues la historia de la performance no se ha desarrollado siempre de una forma abierta. Poco a poco sabemos de Valie Export, de Yves Klein, de Mendieta… Pero son muchos más los que siguen en la oscuridad y no sabemos, tal vez nunca sabremos, sus secretos, los detalles de su historia.

En la teoría del caos subyace un orden, el orden inevitable de las cosas primarias. En la historia de la fotografía de acción, de la oscuridad va surgiendo paulatinamente la luz, a través de las fotografías de profesionales que nunca pensaron en ser artistas, pero que se han convertido en una parte esencial del arte actual.