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La calle como escenario

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Adam Wiseman. Circuito y reforma, Ciudad de México, 2001. Courtesy of the artist.

Mi recuerdo de Blade Runner es una calle de noche, un puesto de comida callejero, multitud de gente con aspecto extraño andando por una ciudad cubierta por la niebla e iluminada por grandes pantallas en las que se ven anuncios, deportes, informativos… una ciudad del futuro. La primera vez que visité Sâo Paulo, años después, y vi esas mismas pantallas en la Avenida Paulista lo único que pensé es que el futuro ya estaba aquí. Es el cine el que nos dice cómo serán nuestras ciudades en el futuro, pero es la fotografía la que nos cuenta cómo fueron esos lugares antes del futuro que ya está aquí, cuando la vida transcurría entre coches y personas que andaban arriba y abajo las calles de cualquier ciudad. La calle siempre fue el escenario donde la vida transcurría, y la fotografía nació y creció en esas calles oscuras, en blanco y negro, bulliciosas, frías, agitadas. Ese escenario se convertiría en documento, encontraría su primera y tal vez única razón de ser. Y el fotógrafo se convirtió así en uno más de esos paseantes permanentes, que se apoyan en las esquinas para fumarse un cigarrillo. Generalmente un hombre (poco a poco algunas mujeres saldrían a la calle, pero habría que esperar unos años) con una cámara y una mirada que buscaba todo, algo, cualquier cosa, porque todo es fotografiable en la calle. Las personas, los niños y los viejos; los pobres y los ricos, las personas bellas y los lisiados, los monstruos; los coches, los tranvías, las bicicletas; las luces de los anuncios, las fachadas y carteles de los espectáculos, de los cines; las tiendas y sus escaparates, el amor y la muerte. La noche con su misterio y su peligro inminente, y el día, con sus contraluces, con el caminar rápido y las gafas de sol…. Todo puede ser en una fotografía. Y, efectivamente los miles de fotógrafos que se han echado a la calle desde que las cámaras de fotos existen lo han fotografiado todo.

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Fred Lyon. 17th Street Bar Opens at 5:00 AM, 2016. Courtesy of the artist and Fred Lyon Studio, San Francisco.
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Jonathan Hibgee. Courtesy of the artist.

La calle es la vida en estado puro, donde todos somos nada más que unas figuras pasajeras

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Daido Moriyama. New Japan Scenic Trio 2: Ueno Terminal Station. Courtesy of the artist.
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Louis Faurer. Union Square vue de la fenêtre de chez Ohrbach, New York, c. 1948–50. Courtesy of Deborah Bell and HCB Fondation, Paris. Louis Faurer exhibition.

Hablar de Street Photography es hablar de la historia de la fotografía. Prácticamente todos los fotógrafos que son y han sido han realizado fotografías en la calle, como práctica, como forma de ganarse la vida, como proyecto personal, como algo que es inevitable porque la ciudad es el territorio del espectáculo. Un teatro que se ha convertido en la ambientación de una película. Todo pasa en la calle, en la zona alta de las ciudades, con sus cines, sus tiendas y sus espectáculos, con sus bellas mujeres vestidas como en una pasarela de moda. Pero sobre todo en las calles de las zonas pobres, en las calles medias, por donde todos tenemos que pasar en algún momento. Ahí está realmente la vida. La calle es la vida en estado puro, donde todos somos nada más que unas figuras pasajeras, a veces poco más que sombras, sin nombre pero ya eternas. El fotógrafo se agarra a su máquina, a veces tan grande como él mismo, otras apenas una prótesis del ojo, de la mano, para atrapar fragmentos de esa vida fugaz, de la melancolía de las esquinas, del misterio de los portales… Su intención es demostrar que la vida existe, y la calle es el lugar ideal para comprobarlo, porque las calles son las venas de las ciudades, y nosotros somos la sangre de esas ciudades que caminamos, ocupamos. Vivimos en esas calles, al sol de las luces de neón, habitando la noche masivamente por primera vez en la historia de la humanidad. La ciudad nos protege y a la vez representa todos nuestros miedos, porque sabemos que en la sombra amenazan los monstruos, y por eso andamos por las aceras, juntos, riendo, ausentes, al calor de los escaparates, refugiándonos en los coches, en los autobuses, más tarde en el metro. La calle es nuestra porque la calle es de todos.

Hoy la ciudad, sus calles, han perdido la música, han perdido un cierto encanto

La fotografía callejera, Street Photography, es realmente un género dentro de la fotografía como lenguaje artístico. No tiene paralelo en ninguna otra modalidad artística ni en ninguna otra época. Porque ni el cómic ni siquiera el cine tiene un sentido parecido, ni mucho menos la misma amplitud de códigos, de versiones, de perspectivas. Porque retratar la calle es documentar un momento real, una épica, una sociedad, una forma de vivir, el nacimiento y popularización del automóvil, bucear en los tiempos de guerra y de postguerra, entrar en el alma de millones de personas que, sin saberlo, han sido retratadas, desde los pies a la cabeza. La moda, la arquitectura, los niveles sociales, los desajustes económicos, el poder y el hambre. En las calles de todo el mundo. Jóvenes artistas, que hoy son algunos de los nombres destacados del arte, empezaron fotografiando los pies de la gente que andaba apresuradamente por las calles de Madrid. Mientras, fotógrafos hoy ancianos que no son celebrados por los jóvenes de ahora han marcado la imagen del cine, han definido el claroscuro después de su uso en la pintura, han dado al negro matices insospechados, nos han explicado cómo es realmente la vida y cómo somos nosotros. En esta ocasión EXIT realiza un pequeño homenaje a la historia de la fotografía, porque parece inevitable cuando hablamos de Street Photography que pensemos en las calles americanas de los años 40, 50… sin duda. Pero también París, y Berlín, y Barcelona, y Tokyo… y no sólo los años 40 y 50, sino hasta hoy y seguramente mañana se seguirá fotografiando la calle. Una calle donde los monumentos somos nosotros. Una historia de la fotografía que no ha hecho más que empezar. Hemos reunido a unas decenas de artistas de ayer y de hoy, por supuesto no a todos, pero sí a suficientes para poder ver claramente las diferentes sensibilidades, las diferentes miradas de cada uno de ellos, pero también algo que considero de gran importancia: la evolución a través del tiempo de este género. Como una nueva sensibilidad a partir de la modernidad, y de la evolución técnica, se abre paso en la mirada a nuestras ciudades, de la creciente importancia del lugar sobre las personas, de cómo los individuos son en gran medida aislados de su entorno.

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Louis Faurer. Accident, New York, 1952. Courtesy of Howard Greenberg Gallery, New York, and HCB Fondation, Paris. Louis Faurer exhibition.

La fotografía de calle que realizan los artistas hoy en día es muy diferente a la histórica, a los pioneros que de alguna manera dejaron las reglas escritas en blanco y negro. Hoy la ciudad, sus calles, han perdido la música, han perdido un cierto encanto, los muros están sucios, porque la suciedad se ve más claramente en las fotos de color; el blanco y negro dignifica la miseria, pero el color nos enfrenta cruelmente con la realidad sin paliativos. Hoy las calles ya no son lugares alegres, abiertos, por donde todos nos reconocemos, no en estas fotos de hoy, donde las grandes calles aparecen vacías, sólo habitadas por edificios y pintadas. Hay que refugiarse en la nostalgia, en viejas ciudades empedradas, tal vez volver a Lisboa, para recuperar algo del sentimentalismo fotográfico, del recuerdo de otros tiempos. Pero son imágenes anacrónicas que obedecen más a una construcción mental que a unas escenas reconocibles hoy. Y hoy en día los fotógrafos de calle se centran más en los eventos puntuales, manifestaciones, algaradas; en grupos juveniles; en los contrastes urbanos. De alguna manera, como siempre ha sido, el fotógrafo refleja una realidad cambiante. Todas las fotografías son verdad, aunque sean una construcción, aunque sean falsas, eso ya lo sabemos todos, porque la verdad está en nuestros ojos que, al mirarlas, las reconocemos como auténticas: lo que nos cuentan es la realidad. Estas imágenes de las calles de hoy, de la gente de hoy que camina rápidamente sin mirarse, es lo que los fotógrafos ven. De lo que ellos forman parte. Porque el hoy como presente siempre es más triste, menos evocador que el pasado de las imágenes en blanco y negro, y siempre será menos radical que ese futuro que ya asoma desde hace tiempo en el cine, también con tonos oscuros, densos, saturados, nada alegres. Nosotros en EXIT hemos alargado una pasarela de palabras (dos textos excepcionales) y de imágenes de ayer y de hoy para poder llegar, en un viaje de ida y vuelta, desde el ayer al mañana.

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Helen Levitt. New York, ca. 1940. Courtesy of Fundación Mapfre, Madrid.
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Jan Yoors. Roquet Commander 47th and Broadway Times Square, 1964. Courtesy of L. Parker Stephenson Photographs, New York.