post_type:editorial

currentRevistaNum:13

currentRevistaNombre:EXIT

Revista anterior: EXIT 12 Trabajando83353
Articulo anterior: La evolución del trabajo
Articulo siguiente: Una sonrisa cínica
anterior

Jo, qué risa

siguiente
humor

Karen Knorr. The Artist, the Model, the Art Critic and the Spectator Visitors series, 1998. Colour Ilfochrome Matt, 105,5 x 105,5 cm framed Courtesy of the artist and Interim Art, London

Cuando nos planteamos hacer una revista centrada en el sentido del humor a través de la mirada fotográfica en el arte contemporáneo, no pensamos que el sentido del humor, incluso el humor sin sentido, fuera un animal de tan difícil captura. Pero poco a poco los problemas empezaron a hacerse evidentes: nadie en el equipo se podía imaginar a un crítico o a un teórico del arte escribiendo con cierta gracia, y mucho menos haciendo gala de ese sentido que centraría hipotéticamente su texto. Era más fácil a la hora de sugerir nombres de artistas y listas de obras… ¿más fácil? Parecía obvio, de repente, algo en lo que no habíamos pensado antes: cada persona tiene un sentido del humor muy diferente y lo que a usted le hace sonreír y a su vecino le parte de la risa, a mí no. Claro que lo que a mí me parece la cima de la ironía y la gracia visual, a otra persona le puede parecer la cima del mal gusto. Otros simplemente no entienden que eso pueda ser considerado gracioso por alguien en su sano juicio, y finalmente habrá que reconsiderar que sentido del humor es un término muy relativo.

Illustration
Miguel Calderón. Evolution of Man, 1995 C-prints, set of six, 92.5 x 151 cm each Courtesy Andrea Rosen Gallery, New York

Realmente puede ser que el sentido del humor sea un término que en realidad quiera decir otra cosa

No sólo depende de las culturas, de los momentos históricos, del nivel social, cultural e incluso económico de cada uno, sino que puede llegar a depender hasta del estado de salud. Realmente puede ser que el sentido del humor sea un término que en realidad quiera decir otra cosa. Lo que de todas formas quedaba claro era que, si seleccionábamos artistas dispares y obras muy diferentes, los que no sonrieran con unas tal vez lo hicieran con otras. Por lo menos, la voluntad y el esfuerzo sería entendido y posiblemente aceptado. Pero, ¿y los textos? De eso tampoco cabía duda, es prácticamente imposible hacer que un escritor de arte sea gracioso. Sólo quedaba la teoría, si no eres brillante, teoriza, si no eres claro, teoriza, si no eres simpático… teoriza… Bueno, esto seguramente tampoco les haga mucha gracia a los teóricos que me lean, porque su sentido del humor se ha debido quedar atrapado entre las páginas de algún texto farragoso o tal vez ya se les perdió antes de acabar la tesis doctoral. No quedaba humor para este número de EXIT.

Illustration
Illustration
Illustration
Illustration

Imágenes 1-4: Pedro G. Romero. Danza a dos, 2000. Cortesía Galería Tomás March, Valencia

Sin gestos, sin muecas, sin imágenes… la sonrisa es difícil de conseguir

Los actores de cine o de teatro siempre polemizan sobre si es más difícil hacer reír o hacer llorar, si la comedia o la tragedia son géneros más o menos complicados. Pero de lo que no hay duda es que hacer reír sólo con la palabra escrita es bastante más difícil que cualquier otra cosa. Sin gestos, sin muecas, sin imágenes… la sonrisa es difícil de conseguir. Nuestra ventaja, al menos tenemos una, es que el arte es esencialmente visual. Entonces, en las páginas siguientes las imágenes son las protagonistas. Y una vez más, aceptando que cada uno tiene su especial sentido del humor, aceptemos que éste que aquí mostramos es un sentido amplio del humor, variado y ecléctico.

Los dos artistas centrales, Erwin Wurm y Teun Hocks, plantean dos formas muy diferentes de enfrentarse al mundo con una sonrisa. Nunca con una carcajada.

Illustration
Isaac Montoya. En el altar, de la serie Isa Montoya, 2000. Fotografía digital. Cortesía Espacio Mínimo, Madrid. * Without love, we would be like animals.

La mirada melancólica e inevitablemente ligada con la pintura y el surrealismo de Hocks contrasta con la ironía postconceptual, ligada al cine y a la performance, con la que Wurm critica la sociedad actual y, por qué no, a las formas plásticas contemporáneas. El surrealismo es el fondo de todo, en acepciones diversas. Pero el arte no puede ser el mismo después de Duchamp, de una Gioconda con bigotes. Se abrió el baúl de las sonrisas, y aunque el humor, la caricatura, la ironía y la burla están en la mano del hombre desde que empieza a dibujar en una pared (y el arte clásico está lleno de muecas, burlas e ironías más o menos evidentes), el pasado siglo 20 es un punto de partida, de aceptación de que si casi todo vale, también el humor y la burla… sobre todo porque no siempre sabemos cuál es la burla y cuál es la realidad.

Illustration
Isaac Montoya. Con ganas de guerra, de la serie Isa Montoya, 2000. Fotografía digital Cortesía Espacio Mínimo, Madrid * I think I’m a born adventurer

En el arte actual es más evidente una cierta ironía, una forma de mirar y de reinterpretar la realidad que está más cercana al humor. Muchos artistas utilizan trucos que nos despiertan la sonrisa, cuando no abiertamente la carcajada, desde Manuel Ocampo y su vitriólico y escatológico método de construcción del cuadro hasta Maurizio Cattelan y su Juan Pablo II postrado en el suelo alcanzado por un meteorito. Sarah Lucas, los hermanos Chapman, Paul McArthy en sus performances, Charlemagne Palestine en sus instalaciones de peluches, tantos artistas que en las últimas décadas han utilizado el amplio recurso de la ironía visual, del humor en un sentido amplio, desde el más grosero y directo hasta el más intelectual y sofisticado. Centrándonos en la fotografía actual, en las siguientes páginas se podría afirmar que están casi todos: desde la elegancia intelectual de Karen Knorr hasta la ironía cotidiana -pero menos- de Pedro G. Romero; desde la ya clásica mirada suave de Elliott Erwitt hasta la mucho más ácida de Isaac Montoya; el siempre divertido Wim Delvoye, que ha hecho a través de toda su trayectoria que el humor se convierta en género, sin olvidar la elegancia de Philippe Ramette y el sutil anacronismo de Plonk & Replonk. Puede que haya más, muchos o algunos más, siempre según quién mire y quién opine y siempre según el grosor del sentido del humor de cada cual.

Illustration
Tibor Gyenis. Rails, 1999, de la serie Ten Superfluous Gestures 50 x 60 cm Cortesía Vintage Gallery, Budapest
Illustration
Tibor Gyenis. Bodymade, 2001-2002, 70 x 100 cm Cortesía Vintage Gallery, Budapest

En el arte actual es más evidente una cierta ironía, una forma de mirar y de reinterpretar la realidad que está más cercana al humor

Pero no nos equivoquemos, en artistas clásicos como Anna & Bernhard Blume el humor ya está presente, o en nombres indiscutibles por su seriedad como Fischli & Weiss, un humor que puede ser simplemente una crónica social, como en la obra de Martin Parr, o una mezcla burlesca del paisajismo de souvenir, de tarjeta postal según Miguel Calderón, o, como diría nuestra parte teórica, una descontextualización e hibridación de formas y culturas que deviene burlesque en el caso de Yoshua Okon… pero al final, cada uno se ríe o se sonríe con lo que quiere y con lo que puede. La realidad es que el humor, vestido de ironía, de crítica mordaz, de grosería disfrazada, lleva mucho tiempo presente en el arte, la diferencia es que hoy el marco de la obra de arte se ha expandido de tal forma que cabe prácticamente todo. Por otra parte las formas plásticas, entre ellas la fotografía y el vídeo especialmente, han ampliado aún más las posibilidades tanto de expresión directa como de sutiles estrategias, con lo que el humor, como recurso de una narración, se ha visto beneficiado. Uno de los argumentos recurrentes en el arte actual es el de la narración, tanto en pintura como en foto o en vídeo, y por lo tanto el humor, como la tragedia, se han reinventado progresivamente ocupando un lugar cada vez más destacado.

Illustration
Tibor Gyenis. Bodymade, 2001-2002 (en colaboración con Volmuth Krisztián y Zalka Zsolt) 100 x 80 cm Cortesía Vintage Gallery, Budapest
Illustration
Carles Congost. Club Pop, 2000. Cortesía Galería Luis Adelantado, Valencia

Se ha escrito que un mundo sin risa es imposible de imaginar, que sólo los tontos y los tiranos carecen de sentido del humor; se ha llegado a decir que la risa, como el ejercicio sexual, son los mejores y más satisfactorios ejercicios físicos, sin embargo no está en las tablas de gimnasia. La buena educación, los modales refinados, todo eso que nuestros padres se empeñaron en enseñarnos, está reñido con el buen humor, con la risa y con la ironía. Tal vez será que la risa es un ataque irresistible a una sociedad estricta en sus costumbres burguesas, una especie de terrorismo individual sin objetivo concreto. Pero la verdad es que nos reímos de casi todo, de lo bueno y de lo malo. La verdad es que somos muy mal educados. Y sobre todo los artistas han sido muy mal educados, aunque hayan sabido guardar las formas cuando ha sido conveniente.

Illustration
Martin Parr. Small World series, 1987-94 Contacto / Magnum, Madrid
Illustration
Wim Delvoye. Darling I’ll be back 2000 C-print on aluminium, 100 x 125 cm Courtesy of the artist

La buena educación, los modales refinados, todo eso que nuestros padres se empeñaron en enseñarnos, está reñido con el buen humor, con la risa y con la ironía

La irreverencia, la falta de asunción de las reglas, esa necesidad vital de hacer otra cosa, de cuestionar lo establecido, esa especie de carácter rebelde está en el origen del sentido del humor. Dicen que es una forma no sólo de demostrar inteligencia sino libertad. El arte comparte varias de estas premisas con el sentido del humor. No quiero decir que el arte sea alegre, ni siquiera que todo el arte tenga algún momento de sentido del humor, pero es cierto que el arte es irreverente (cierto que no todo) como el humor, que el arte es radical y rebelde, como es irreverente y provocadora una carcajada.

Las razones por las que sonreímos, o por las que no podemos evitar la carcajada, son imprevisibles. Igual que nadie puede explicar un chiste con éxito, nadie puede prever el momento en que algo le va a hacer sonreír. Ni las razones por las que, incluso en los momentos más tristes, uno sonríe como en un paréntesis del dolor, de las emociones, del sufrimiento o de la tristeza.

En cualquier caso no es lo mismo la risa que la sonrisa, como se diferencian igualmente el pensamiento del acto. La sonrisa demuestra una indudable inteligencia, una sombra de iluminación; la carcajada es la explosión de alegría, provocada tal vez por algo grosero, inconveniente, vulgar. Tal vez por esto no todo lo que pretende ser gracioso, ingenioso, acertado, consigue serlo. No hay premeditación en el humor.

Illustration
Urs Lüthi. Trademarks for Venezia Placebos & Surrogates series, 1976 / 2001. Ilfochrome behind Plexiglas / wood / paint 150 x 110 x 6 cm Courtesy of the artist