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El sentimiento de lo salvaje

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Salvaje

David Burdeny. Adeli Penguins on Fast Ice, Antarctica, 2007. Courtesy of the artist.

Lo que significa una palabra no siempre es lo mismo para todos los que la dicen ni para los que la sueñan. Por supuesto en los diccionarios, siempre tan correctos, hay conceptos que no acaban de definir de acuerdo con los intereses de los que los usan. Salvaje es una de estas palabras que tienen diferentes definiciones, que representa de igual manera ideas y formas de sentir no sólo diferentes sino contradictorias. Salvaje se utiliza para definir un tipo de vida, una forma de actuar, incluso una forma de pensar. Salvaje puede ser un animal, un territorio, pero también puede ser una persona. Los jóvenes salvajes, airados, enfadados. En realidad salvaje quiere decir que no ha sido domado, domesticado, si nos referimos a un animal; agreste, inconquistable, no colonizado por la mano del hombre si hablamos de un territorio. Si hablamos de una superficie, de un material, querremos decir que es áspero, puro, no mezclado, como la seda salvaje. Pero por el uso, a veces por el mal uso, se llama también salvaje a las conductas asociales, a los niños agresivos, a las actitudes de una excesiva violencia. Salvajes hemos llamado a todas esas razas, esos pueblos de los que ignorábamos todo: sus reglas sociales y sus costumbres, su cultura. Ellos también nos llegaron a considerar a nosotros salvajes una vez que conocieron nuestra conducta y nuestras formas. Pero salvaje también representa una forma de vida libre, una naturaleza pura e indómita. Cuando pensamos en algo salvaje, sea animal o territorio, sea forma de ser o de pensar, pensamos en alguien libre, en algo virgen, en paisajes puros, sin autopistas ni coches, en animales que no son esclavizados por el hombre para el uso y el consumo. Cuando soñamos con esa palabra de sonido perfecto queremos creer que puede ser una forma de ser, de sentirse, de volver a ser buenos como creemos que es el hombre salvaje, ese que no ha sido manipulado por la educación, el dinero, la religión… nos acercamos a la idea de pureza de lo ancestral, antes de que el hombre dejara de ser salvaje y colonizara todo el mundo, la tierra, el aire y las aguas, las montañas y las llanuras, a otros hombres y a todos los animales.

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Hiroshi Sugimoto. California Condor, Dioramas, 1994. Courtesy of the artist.

Este deseo de lo salvaje que todos llevamos en alguna parte de nuestro interior se convierte en una especie de anhelo, en una búsqueda a través de la literatura, del cine, a través de la cultura, de una tradición cultural que nos enfrenta a Tarzán, a Mowgli, a Moby Dick, a Robinson Crusoe, Kaspar Hauser… a tantos personajes de ficción o reales y a tantos hechos históricos que cada cual construye para sí mismo una idea concreta y una esperanza puntual. De alguna forma ese deseo de huir que conllevan los viajes, las vacaciones, esas migraciones masivas con billete de ida y vuelta a paraísos que dejaron de ser salvajes hace tiempo, tiene mucho que ver con nuestra búsqueda de lo salvaje. Esa atracción irresistible que los animales salvajes ayer y hoy disecados en museos, prisioneros en zoológicos o esclavizados en circos, no pueden satisfacer porque, finalmente pocas cosas hay más tristes que un salvaje encadenado y humillado.

Salvaje es sinónimo de la unión de la inocencia y de la fuerza, de la libertad e independencia

El hombre ha intentado mantener la idea de lo salvaje a través del tiempo y se ha volcado en el mundo de la ficción, unas veces demonizando lo salvaje como origen del peligro fatal, pero otras veces observándolo con la admiración y la melancolía que sentimos cuando recordamos lo que ya hemos perdido para siempre. Salvaje es sinónimo de la unión de la inocencia y de la fuerza, de la libertad e independencia, es en definitiva lo que ignoramos y de lo que carecemos, un ideal. El hombre a lo largo de su historia ha desarrollado diferentes actitudes al enfrentarse a lo salvaje, en primer lugar el miedo, en segundo lugar el deseo de poseerlo, de dominarlo y por tanto de desprenderle ese aura de pureza, y finalmente la utopía de devolverle sus atributos borrados, reintegrarlo en la naturaleza, de alguna forma un arrepentimiento que se viste de ecologismo, que nos acerca a la naturaleza en todas sus manifestaciones.

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Hiroshi Sugimoto. Alaskan Wolves, Dioramas, 1994. Courtesy of the artist.

La fotografía es un instrumento privilegiado para captar esos lugares remotos y aún vírgenes, o tal vez ya no tanto pues el fotógrafo llegó hasta allí para robarle su alma. Igualmente los animales, en todos sus tamaños y características han sido retratados para su estudio y para nuestra admiración. Pero, no nos engañemos, esta representación es casi siempre un simulacro. Todos sabemos que el paisaje es una construcción cultural que se desarrolla con el pictorialismo, la construcción de jardines, a veces “salvajes” pero siempre bien estructurados, y que finalmente ha significado la domesticación de la naturaleza, transformando los desiertos en lugares para el turismo de riesgo, los Polos en el los últimos objetivos para los aventureros, y los bosques, selvas, y mares en nuestro patio trasero. Los animales que vemos en las obras de los artistas son casi siempre los ultimos salvajes, a veces aislados en zoológicos, acuarios o reservas, a veces muertos y disecados, interpretando, ya muertos, el mismo papel que protagonizaron vivos, pero en museos de ciencias naturales, disecados en laboratorios, e incluso reconstruidos en creaciones de cristal o plástico, retocados, manipulados, transformados en creaciones culturales del hombre, en mascotas lejanas, en representaciones de sí mismos. Hasta tal punto funciona el engaño que tal vez el más salvaje de todos los animales que veréis en estas páginas parece un muñeco: el oso de Manabu Miyazaki que abraza una cámara es realmente un oso en libertad que al encontrar una de las cámaras que el artista abandona en plena naturaleza para que se dispare al detectar movimiento, se ha retratado a sí mismo activando otra cámara colocada a poca distancia. Un juego, una trampa, un guiño a la realidad.

Todos ellos significan esa idea de independencia que tanto añoramos

El artista que busca lo salvaje, lo que se encuentra es la desolación, la desaparición de una forma de vivir, de ser, pocos restos de la naturaleza realmente sin colonizar, pocos y aislados ejemplos de animales realmente libres, realmente salvajes. Los cuervos de Odin’s Cave de Beth Moon, y algunos de los animales de Nick Brandt… nos enseñan cómo todo cambia, que ya no hay lugar para nada salvaje, para nada de lo que consideramos bueno, libre, puro. Pero queda otro nivel de lo natural, ese mundo submarino compuesto de seres unicelulares, de medusas, de organismos amorfos, seres también vivos, que se defienden del entorno como pueden, y que muy a menudo acaban en laboratorios, viviseccionados, y que aquí nos muestran toda su espectacular belleza, tan ajena a nuestro mundo civilizado que nos parece mentira.

En las siguientes páginas les ofrecemos las imágenes de territorios y de animales salvajes. Porque tal vez lo son, tal vez lo fueron y, sobre todo, porque representan lo salvaje, la fuerza y pureza, la energía y la libertad de lo que todos pensamos que representa la palabra salvaje. Son todos estos lugares y todos estos personajes lejanos y diversos, los que nos acercan a esa vida salvaje, a esa forma de ser, a ese sentimiento que alguna vez tuvimos. Águilas, cuervos, pulpos, tiburones, leones marinos, lobos, osos, murciélagos, elefantes, gorilas, buitres, jirafas, ciervos, cebras… y al otro lado esos territorios que sobreviven entre la desaparición y la transformación: glaciares, desiertos, volcanes, bosques, selvas; todo un mapa que se va lentamente borrando sobre el papel, sobre la superficie de la tierra. Todos ellos significan esa idea de independencia que tanto añoramos. Convertidos en símbolo de lo que realmente son y en significado de lo que tal vez nunca existió excepto en nuestras mentes y en ese lugar del cerebro en el que habitan el deseo y los sueños. Todos estos artistas han sentido alguna vez lo que realmente significa lo salvaje.