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Como el agua

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Tiina Törmänen. Autumn hues, from Another surface series, 2020. Courtesy of the artist.

Vivimos en un planeta que está cubierto por agua en un 70% de su superficie. Los miles de millones de habitantes que la poblamos vivimos en el 30% restante del planeta, en tierra firme, porque dejamos de ser anfibios hace millones de años. Esa masa líquida que hace que la Tierra se vea azul desde el espacio es solo una pequeña capa que cubre la masa central del planeta. Y ese 70% es agua salada casi al cien por cien (exactamente el 97%), el agua dulce está convertida en hielo en los polos, en los ríos, los lagos, en las aguas subterráneas, los acuíferos, el deshielo de la nieve y el hielo que cada año baja en cascadas, en cataratas, por los acantilados, y llena los manglares, los riachuelos, alimenta las fuentes que forman nuestros ríos, llena nuestros pantanos. El agua es parte esencial de nuestro paisaje, tanto real como imaginario, tanto vivido como soñado como deseado. Una playa, un lago, el río de la vida, el mar como infinito, son lugares e ideas que conforman todas y cada una de las culturas humanas. El agua, por exceso y por defecto, es el bien más necesario, el peligro más mortal. De los océanos y mares procede la mayor parte del oxigeno que respiramos, mucho más que de los bosques, más que de toda la Amazonía: la fuente del oxigeno que necesitamos para sobrevivir procede del agua. Pero el mar, en sus terremotos líquidos, los tsunamis, destruye con su furia, con su movimiento todo lo que le rodea y limita.

Nosotros, todos, somos pequeñas gotas de agua que necesitan diariamente recargarse bebiendo más agua. Cuando nacemos nuestros pequeños cuerpos están compuestos por agua en más de un 80%. Ese porcentaje bajará hasta que en nuestra vejez solo seamos un 50% de agua, aunque nuestros ojos, con los que vemos el mundo, serán siempre un 90-95% agua. Somos agua. Destruimos los mares y los ríos como destruimos nuestros cuerpos y nuestras mentes. Y tal vez los artistas sean los encargados de recuperarlos en otra dimensión, en una dimensión indestructible e inalterable: en sus pinturas y en sus fotografías, en sus textos y en sus músicas. Como forma de paisaje, como parte de ese mundo exterior que observamos, pero también como quien mira lo extraordinario, lo increíble, lo terrible, lo profundo. Como quien mira la vida y lo que ve es solo la muerte.

Nosotros, todos, somos pequeñas gotas de agua que necesitan diariamente recargarse bebiendo más agua

El agua no tiene forma, ni olor, ni color ni sabor. ¿Cómo verla, cómo observarla? ¿Cómo atraparla? El agua se convierte en todo lo que la contiene, en una botella, en una taza de té, en un vaso de refresco, en la bolsa de plástico que la contiene, en el cauce de un rio y en la laguna en la que nos bañábamos de niños. Símbolo del fluir, metáfora del tiempo que pasa y no volverá, es también un referente filosófico. Sé como el agua, fluye, y no te rompas contra las rocas, rodea los meandros de la vida, sigue hacia el mar, que, como todos sabemos, es el morir. Los muertos cruzan la laguna Estigia para pasar “al otro lado”, allá donde solo habitan los muertos, atravesando el agua.

Hay aguas dulces y aguas bravas. Hay aguas salvajes y aguas domesticadas. En las siguientes páginas solamente veremos aguas salvajes,1Las aguas domesticadas, la que corre por las tuberías, alimenta la industria, sale de nuestros grifos, la que envasamos, con la que nos duchamos, con la que cocinamos… Esas son las aguas domesticadas, de las que hablaremos en otro EXIT, en otro momento, más adelante. que viven en libertad, que, aunque nos sirvan y nos nutran, que, aunque sean nuestra raíz y nuestro origen, viven a pesar de nuestra existencia. Verán los increíblemente bellos fondos de los mares, los manglares tenebrosos, las planicies heladas de los lagos nórdicos, las marismas, cascadas que parecen de un planeta deshabitado, los hilos de agua que corren como venas por la tierra durante el deshielo. Notarán la presencia y la ausencia del mar en sus ciclos de pleamar y bajamar, la infinita soledad y el absoluto silencio visual de los horizontes marinos, esos ríos que corren paralelos a nuestras vidas. Todo eso y mucho más en las fotografías de todos los artistas que colaboran en este número con nosotros para compartir con todos ustedes la belleza, el misterio y la grandiosidad del planeta que habitamos. Un planeta que, pudiéndose llamar Agua, se llama Tierra. Cosas de los hombres.

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    Las aguas domesticadas, la que corre por las tuberías, alimenta la industria, sale de nuestros grifos, la que envasamos, con la que nos duchamos, con la que cocinamos… Esas son las aguas domesticadas, de las que hablaremos en otro EXIT, en otro momento, más adelante.