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Buenos días

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Alfredo Jaar. Vista de la performance I Cant Go on, I’ll Go On (No puedo seguir, seguiré), 2019. Edimburgo, Escocia. Cortesía del artista

Las primeras veces que viajé a algunos de los países latinoamericanos para participar en congresos, simposios, o cualquier tipo de actividades, me llamó la atención la continua discusión sobre la idea de “Latinoamérica”, sobre su propia existencia. Para una europea esa duda era incomprensible y, a pesar de que todos hablábamos el mismo, o, parecido idioma (un español con variaciones) yo no lo acababa de entender. Para un europeo la idea de Europa está clara, igual que para un africano la existencia de África no se pone en duda. Pasan los años y la cuestión, al parecer, sigue abierta. De ahí surge este número de UTOPÍA. Hemos pedido a unos cuantos latinoamericanos que hablen de lo que para ellos supone este concepto, esta idea, esta utopía geográfica y política, cultural y social. José Luis Falconi ha sido el director de este coro de voces, en su mayoría, voces de mujer.

Para una europea nacida en España, Latinoamérica existe y es un lugar muy concreto en mi personal imaginario. Pero, claro, eso no cuenta demasiado. Si ya Duchamp dijo que solo el artista puede definir su obra de arte y Carl André dejó claro que escultura es lo que hace un escultor, y que escultor es todo aquel que hace una escultura, era evidente que solo los latinoamericanos pueden definir qué es Latinoamérica. Pero para mí Latinoamérica es un lugar intangible, que cruza fronteras y ríos no solo desde el cabo de Hornos hasta Río Bravo, sino que sigue hasta Nueva York o Chicago, llega a Berlín, Londres, Estocolmo y se cierra en Madrid y Barcelona. En todas estas ciudades viven latinoamericanos, que como pacíficos terroristas tienen muchas patrias, y a la vez una sola: el idioma. Hay latinoamericanos que no han nacido en Latinoamérica, la mayoría de ellos ha nacido en los Estados Unidos, donde su cantidad se mide en millones de votos cada cuatro años.

Para una europea nacida en España, Latinoamérica existe y es un lugar muy concreto

Muchos dudan de la validez de otro concepto, el de patria. Este sí difuso y anacrónico en un mundo global. Para unos es la tierra donde nacieron o un trapo de colores desvaídos; para otros un paisaje, una cultura; para otros tal vez la infancia. Ese lugar en los recuerdos, nuestra “nube” privada siempre recargable, en donde creímos ser felices. Yo creo que solo hay una patria, la del idioma. Mi patria es el idioma que hablo, en el que sueño, en el que amo y en el que lucho, en el que insulto y con el que acaricio las palabras y me acerco a las ideas. Esa gran patria del español existe allí donde al levantarte y salir a la calle puedes decir “buenos días” y donde alguien que ni conoces te puede responder con una sonrisa, “buenos días”. Es una patria enorme que coincide en sus límites, casi como un calco, con lo que yo siempre pensé que sería Latinoamérica.

Como todas las utopías, cada uno puede construir una a su medida. Aquí no existe mayoría ni verdad absoluta. Por eso José Falconi ha hecho de director de coro, árbitro y director de pista. Peruano residente en Boston y con vinculaciones con Colombia, latinoamericano de tiempo completo se ha encargado de reunir a los invitados (sería más adecuado decir: las invitadas, pues la mayoría son mujeres) hablar con ellas y ofrecer a todos ustedes las siguientes páginas. Abiertas a interpretaciones, a quejas y a dudas. Las certezas, como me enseñaron en Brasil, no existen, solo existen las dudas. Por eso esta revista de UTOPÍA se abre a todas las voces, a todas las dudas y a todas las contradicciones sobre un lugar llamado Latinoamérica, abierto y en carne viva, del que tenemos que seguir hablando.

Illustration
Alfredo Jaar. Vista de la performance I Cant Go on, I’ll Go On (No puedo seguir, seguiré), 2019. Edimburgo, Escocia. Cortesía del artista