Fringe
“—De ahora en adelante seré yo quien describa las ciudades —había dicho el Kan—. Tú en tus viajes verificarás si existen. Pero las ciudades visitadas por Marco Polo eran siempre distintas de las pensadas por el emperador. —Y sin embargo he construido en mi mente un modelo de ciudad del cual se pueden deducir todas las ciudades posibles —dijo Kublai—. Encierra todo lo que responde a la norma. Como las ciudades existentes se alejan en diferente grado de la norma, me basta prever las excepciones y calcular las combinaciones más probables. —También yo he pensado en un modelo de ciudad del cual deduzco todas las otras —respondió Marco—. Es una ciudad hecha sólo de excepciones, exclusiones, contradicciones, incongruencias, contrasentidos. Si una ciudad así es absolutamente improbable, disminuyendo el número de los elementos anormales aumentan las posibilidades de que la ciudad verdaderamente exista. Por lo tanto basta que yo sustraiga excepciones a mi modelo, y de cualquier manera que proceda llegaré a encontrarme delante de una de las ciudades que, si bien siempre a modo de excepción, existen. Pero no puedo llevar mi operación más allá de ciertos límites: obtendría ciudades demasiado verosímiles para ser verdaderas”.
— LAS CIUDADES INVISIBLES, ITALO CALVINO (TRADUCCIÓN DE AURORA BERNÁRDEZ)
Empecé el proyecto Fringe aproximadamente en 2007, aunque en aquel momento no era consciente de ello. Partí hacia China con una nueva cámara de gran formato y una beca del Mondriaan Fund. Siempre había querido ir a explorar las megalópolis chinas, dejarme llevar por la inabarcable ciudad, la monotonía del hormigón y las miles y miles de ventanas mirador que sugieren vida con toques de individualidad. Cuanto más trabajaba allí, más me atraían los límites de la ciudad, la frontera entre lo cultural y lo natural. Es una extraña yuxtaposición de, por un lado, la arquitectura lúgubre y sin pretensiones que alberga a millones de personas y, por otro, el paisaje natural que cede el espacio a la ciudad y surge en otros lugares. Cuanto más lo miraba, menos diferenciaba los dos mundos. El enfoque se desplazó de la perspectiva humana a la perspectiva del objeto. Una vez que me desvinculé de ese contexto social, me quedé con meras formas, estructuras y horizontes, lo que me permitió mirar y contemplar plenamente esas estructuras, trascendiendo el silencio y la alienante belleza.
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