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Tuomo Manninen

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Tuomo Manninen. Renovation Crew, Riga Restauration Bureau, Riga, 1997. Courtesy of the artist.

Retratar compañerismo

¿Qué hace a un grupo? Sería necesario, quizás, cierta identidad distintiva común entre los miembros o la noción de pertenencia, un objetivo o un rol que poder cumplir o desarrollar en conjunto. El retrato de grupo ocupa una posición esencial en el conjunto del trabajo del fotógrafo finlandés Tuomo Manninen, siendo la función social de los sujetos retratados, desde el trabajo hasta una afición común, la principal motivación para llevarlos a cabo. Sus fotografías se encuentran en un punto intermedio entre la fotografía documental y la construcción o la puesta en escena en la que los sujetos se encuentran en una composición perfecta, transmitiendo al observador su plena consciencia de estar siendo retratados, de estar perpetuando un momento preciso. A pesar de las composiciones construidas, los retratos de Manninen están libres de artificios, transmiten veracidad y una relación equitativa, sin jerarquías, entre fotógrafo y sujeto fotografiado. Sea cual sea la clase social, la ubicación geográfica o la ocupación de los retratados, Manninen los retrata sin condescendencia o compasión y respetando su identidad individual. Los trabajadores que retrata se presentan alejados del trauma y de la idea de alienación que habitualmente se asocia con el trabajo. Se trata de retratos corporativos más cercanos a la calidez de la fotografía familiar, en los que se percibe compañerismo y motivaciones comunes.

Illustration
Tuomo Manninen. Ice-Swimmers, Helsinki, 1996. Courtesy of the artist.

Observando el conjunto de fotografías de Tuomo Manninen, se pueden distinguir diversos aspectos que definen su manera de fotografiar: sus retratos de grupo son siempre de cuerpo entero, con un punto de vista frontal, con cierta perspectiva y en formato cuadrado —este último es un aspecto que podría responder al hecho de que el fotógrafo utiliza una Polaroid de formato cuadrado en el trabajo preparatorio previo a la toma final. Asimismo, la perfección compositiva consigue transmitir familiaridad al observador: nada está fuera de lugar y todo nos remite a una tradición pictórica que ha definido la manera de componer y leer la representación del mundo en Occidente.

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