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Tina Barney

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Tina Barney. The Graham Cracker Box, 1983. Courtesy Janet Borden Inc., New York

Todo encaja en este trabajo tan delicado como inusual en el arte contemporáneo. Una mujer de clase alta se hace fotógrafa y elige como tema su propio entorno, las familias socialmente privilegiadas de la parte más elegante y sofisticada del Nueva York tradicional. Grandes jardines, fiestas de cumpleaños, graduaciones, piscinas…, gente guapa y rubia y por supuesto feliz. Familias alegres, llenas de rollizos niños y bellos adolescentes y padres que no envejecen. Imágenes que podrían estar en las páginas de las revistas de lujo de mansiones y decoración.

Tina Barney. The Daughters, 2003. Courtesy Janet Borden Inc., New York
Tina Barney. The Granddaughter, 2004. Courtesy Janet Borden Inc., New York

Una cápsula de bienestar en una sociedad en la que la fotografía nos ofrece habitualmente otra realidad muy diferente y en la que el arte no se dedica, precisamente, a mostrar la crónica social de una sociedad elitista. Sin embargo están en museos y galerías de arte. Y no sólo por esa perfecta composición interna en la que se enfrenta juventud y madurez, en la que se comparten alegría y hastío. Ni por el color preciosista y la luz perfecta. La razón por la que estas imágenes se han convertido y han sido aceptadas como obras de arte, y más aún, como una de las obras más características y personales de la fotografía actual, se debe a todo esto sin duda, pero también al valor de la artista al haber apostado por los grandes formatos antes que la gran mayoría. Pero sobre todo, son lo que son por esa duda, por la ambigüedad que surge de los protagonistas de sus imágenes, por la latente crítica que crece irónicamente entre tanta perfección.

Se trata de unas obras que documentan la vida de los últimos dinosaurios, y que, tal vez, compongan un catálogo antropológico tan valioso como los primeros archivos fotográficos de los delincuentes de una sociedad perpleja ante su propia evolución.

Tina Barney. Jill and Polly in the Bathroom, 1987.

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