Multiple Entry
Una ventana en mi vieja casa de Berlin-Kreuzberg. La vista por la ventana y a través de ella empezó a fascinarme cada vez más. Era extraño, ya que no había nada allí de especial interés. Por la ventana veía un poco de una calle de Kreuzberg, más bien común y triste. Y, sin embargo, me puse a hacer tomas, diapositivas con una cámara de 35 mm, de esa ventana. Al principio pesaba todavía más lo de allá, lo de fuera. Las fotos no eran satisfactorias, no tenían nada que hubiera podido emplear más tarde. Pero a pesar de todo había algo en ellas que me intrigaba. Seguí haciendo fotos, hice tomas de la ventana en diversos momentos del día, bajo luces distintas. No estoy muy seguro, pero eso duró aproximadamente dos meses. Y mientras miraba esas tomas, de las que entretanto había hecho copias reducidas, me di cuenta de que la forma de percibirlas había cambiado. Pequeñas alteraciones del punto de vista, un poco más a la izquierda o a la derecha, un paso adelante o atrás, habían difuminado la mirada hacia el exterior. En lugar de eso era la propia ventana lo que veía el espectador. Y a pesar de que las fotos dependían mucho en su estructura del marco de la ventana, adoptaron una suerte de elasticidad; una elasticidad que radica en su apariencia múltiple.
El marco de la ventana puede representar también la porción de mundo visible que el ojo y el cerebro seleccionan y perciben, así como aquella parte que capta y retiene el visor, de forma que compone una especie de intersección en la frontera entre lo interior y lo exterior que, cuando aparece, nos lleva más allá de su propia apariencia.
Pequeñas alteraciones del punto de vista, un poco más a la izquierda o a la derecha, un paso adelante o atrás, habían difuminado la mirada hacia el exterior
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