Our Eyes Inside Sick Lives
La serie fotográfica Our Eyes Inside Sick Lives representa fragmentos de la vida de asesinos en serie basándonos en los hechos reales de sus propias experiencias personales y desde nuestra visión más artística. Recreamos momentos que para nosotras son significativos o impactantes de sus vidas y que gracias a los pequeños detalles nos parecen visualmente interesantes y que reflejan la esencia personal de cada uno de ellos. Nos basamos en la objetividad de la fotografía social al tratar de representar historias que ocurrieron de verdad, que en su día fueron divulgadas por muchas publicaciones y medios de comunicación.
La serie fotográfica Our Eyes Inside Sick Lives representa fragmentos de la vida de asesinos en serie
Teniendo en cuenta la explotación de la figura del asesino en serie como producto de consumo, podríamos decir que estas personas se han convertido en pequeños héroes por parte de nuestra sociedad. Las puertas de los tribunales y las cárceles se llenan de detractores de los asesinos pero también de sus defensores, que a menudo llevan pancartas y venden camisetas y postales con el rostro del culpable. Gran cantidad de artistas, cineastas, escritores, etc., se inspiran en ellos, incluso hasta generar un merchandising paralelo. Las editoriales lanzan tarjetas con dibujos diseñados por ilustradores, los productores facturan millones de dólares por películas de terror, y las galerías están abriendo las puertas a un arte más “underground”, que incluso incluye colecciones firmadas por psico-killers famosos.
A mucha gente le podría parecer que este tema resulta inmoral: Cuando el arte no afecta de manera significativa a las masas, se considera un placer inocuo, un lujo, una forma de evasión; pero cuando realmente afecta la sociedad, es capaz de causar graves molestias y disturbios en la población, ya que se convierte en algo malicioso o incluso subversivo, lo que socava la esencia misma de nuestras creencias y actitudes sociales.
Robert Hansen, The Humter of Anchorage 17
Anchorage, Alaska, el 13 de Junio de 1983, una joven esposada, herida y semidesnuda es recogida por un camionero en medio de la noche. Esta bailarina de top-less escapó de las manos de Robert Christian Hansen de 43 años de edad, considerado uno de los pilares de su comunidad. Aunque fue encarcelado dos veces y padecía un trastorno bipolar, Hansen era una celebridad en la localidad debido a su afición por la cacería, sin embargo llevaba esta vocación al extremo, secuestrando a jóvenes prostitutas en los clubs o en la calle, pues sabía que su desaparición no preocupaba a las autoridades.
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