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Margriet Smulders

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Margriet Smulders. Maria Callas, 2005. Courtesy of the artist.

Teatro floral

Una profusión de guirnaldas de flores adornaban con sus volutas los márgenes de mis libretas de colegiala. Miles de recortes de rosas salían de los libros de jardinería de mi madre. En la Academia de Bellas Artes, en mis telas pintaba flores de tamaño natural. Siempre flores. Florecieron en los autorretratos de los ochenta y crecieron en los papeles pintados, repletos de flores, hechos en los noventa.

Mis flores encierran un mundo entero. Retablos exuberantes, de un extraño erotismo, transportan a otra dimensión. Para hacer estas ‘pinturas’ utilizo espejos inmensos, jarrones de cristal, lujosos cortinajes, y flores.

Illustration
Margriet Smulders. Bacchus’ Tree, 2007. Courtesy of the artist.

Mis flores encierran un mundo entero. Retablos exuberantes, de un extraño erotismo, transportan a otra dimensión

Como dice Baudelaire, “¡Embriagaos sin cesar! Con vino, poesía o virtud”. Imagínese languideciendo en estos paisajes frescos, lúcidos y seductores. Adoro este estado sensual. Entregarme como en una historia de amor. La realidad no importa. Haciendo fotos, me pierdo en las escenas como si las flores me acariciaran en los abismos del mar.

Los pintores holandeses del XVII fueron mis maestros cuando trabajé en una serie sobre mi vida de joven mujer y madre, donde se veía mi vida familiar como un paraíso incómodo y quejumbroso, lejos de la perfección. En estas escenas teatrales, las flores hacían de telón de fondo. Poco a poco empecé a ver a las personas como flores.

En 1999, el Rijksmuseum de Ámsterdam organizó una exposición sobre las voluptuosas naturalezas muertas de nuestra Edad Dorada. Comencé a ‘pintar’ bodegones de flores con la ayuda de un espejo para que el conjunto pareciera más suntuoso, generoso y perfumado, con lirios color violeta, tulipanes anaranjados y arrugados labios de pétalos auténticos que parecen mecerse sobre aguas ondulantes. El efecto es el de mirar en un lago cristalino, donde las gotas de agua pura descienden de protuberancias de hielo.

No todas las flores son inmaculadas, ni aparecen impecables, sugiriendo que algo potencialmente maligno puede ocurrir, como en la mitología griega, repleta de fratricidios y venganzas. Los insectos, las ranas, las gotas de sangre y de zumo rojo sobre flores pálidas dan a las fotografías un toque levemente siniestro.…

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