Familia y Doméstica
Siempre me interesó trabajar lo cercano. Espacios y habitantes que son parte de nuestra cotidianeidad. Suelo posar la mirada en los rincones de esa aparente normalidad diaria, en donde siento cierta incomodidad, cierta molestia.
El empleo doméstico es una instancia laboral única, en donde empleador y empleada conviven bajo un mismo techo y donde, inevitablemente, circula el afecto.
Tomé la frase “es como de la familia…” casi como leit motiv; me atrae su reverso y al mismo tiempo encierra la verdadera fragilidad del vínculo.
La empleada, la chica, la señora -ya se ve que nombrarla no deja de preludiar un problema- debe transitar por este supuesto segundo hogar, cumpliendo roles que escapan a su función primitiva.
Ella deviene madre, hija, amiga, hermana, abuela, pero con el cuidado de no creérselo del todo. Al fin y cabo es un trabajo.
Vemos a la empleada doméstica en dos de sus universos: el de su familia laboral, y el de su propia familia, que las más de las veces es desconocido para sus patrones.
El gesto de detener el transcurrir diario poniendo en escena lo que siempre se está moviendo, pretende cuestionar esa aparente normalidad. En Familia y Doméstica el artificio casi no está presente, es entonces donde las imágenes olvidan la presencia del yo fotógrafo, para dejar que el prejuicio del observador mida su capacidad de incomodar.
…Este artículo es para suscriptores de ARCHIVO
Suscríbete