Ken. To be destroyed
En 2011, mi hermano, mi hermana y yo heredamos de nuestra madre, Audrey Davidmann, un álbum de fotos familiares que había pertenecido a nuestros tíos, Ken y Hazel Houston. Las imágenes muestran a las hermanas, Audrey y Hazel, durante su infancia en Escocia, así como a sus padres, abuelos, bodas y ocasiones especiales.
Por la misma época, encontramos una colección de cartas y documentos en dos grandes sobres de manila y una bolsa de papel marrón. En uno de los sobres ponía “Ken. Destrúyase” (Ken. To be destroyed) con la letra de mi madre. En la bolsa ponía “Cartas de Hazel sobre Ken” y, en el segundo sobre, “Cartas de Ken a Hazel. Destrúyanse”.
Las cartas eran la crónica de la relación entre Ken y Hazel. Poco después de que se casaran, Ken se declaró trans. En el contexto de un matrimonio británico en la década de 1950, fue inevitable que aquello tuviera un impacto profundo tanto en su propia relación como en su relación con los demás.
Poco después de que se casaran, Ken se declaró trans
Ken pensaba que, cuando se casaran, iba a poder ignorar el hecho de que era trans. Pero cuatro años más tarde, en 1958, se dio cuenta de que era imposible y de que tenía que contárselo a Hazel, que se quedó perpleja y escribió a mi madre pidiéndole ayuda y consejo. Las cartas son de lo más conmovedoras. Las de Hazel son vívidas y potentes; las de mi madre, alentadoras y carentes de juicio. No había culpas. La correspondencia refleja lo poco que se sabía sobre las personas trans en las décadas de 1950 y 1960, así como las dificultades de Hazel y Ken para intentar conciliar el hecho de que Ken fuera trans con su matrimonio y la sociedad del momento. Por aquel entonces apenas había apoyo. En los cinco años siguientes, Hazel y mi madre intercambiaron muchas cartas sobre el tema. Para el final de esa correspondencia, en 1963, Hazel había aceptado el hecho de que Ken era trans y la pareja había llegado a un acuerdo: en público, Ken se mostraba como hombre, pero en la intimidad de su casa era mujer.…
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